domingo, 16 de marzo de 2008

Entrevista de Raúl Perea

Seminario y Taller de Escritura
Profesora: Celia Guichal
Alumno: Raúl Perea


Consigna: Realizar una entrevista, aclarando en qué medio se la piensa publicar, y teniendo en cuenta los textos que venimos leyendo, tanto sobre el género en sí como también el texto teórico de Ginzburg sobre el paradigma indiciario. La entrevista debe llevar un título con un tamaño aconsejable de cinco carillas.
Publicación: en “Nuestras Manos” revista sobre educación que publica el SUTEBA, o también, un tanto provocativamente en Ñ, revista cultural del Clarín, o en la nueva revisa cultural de La Nación ADN Cultura

Con la educación en sus manos

La Escuela Especial “El Parque” se encuentra en la localidad de Ranelagh, Berazategui. Con casi cuarenta alumnos y un cuerpo de nueve docentes especializados en la materia, se encuentra en un descampado esplendoroso de verde sobre la avenida Dardo Rocha. Allí trabaja Juan Carlos como maestro de taller, padre de un profesor de Historia a quien bautizó Fidel, en honor al veterano revolucionario y sin ocultar sus simpatías ideológicas. Muy hábil con sus manos, fue gomero durante muchos años, y también artesano. Amante de largas charlas regadas de un exquisito mate que siempre preparó con destreza. Esta era la escena íntima que imaginaba, y que por supuesto ayudaría en la entrevista que habíamos pactado. Y sin embargo…lo encontré rodeado de chicos en medio de la huerta. Eso sí, el mate no faltaba. Así comenzó la charla.

Contame algo sobre ellos.

Cada pibe es un mundo, tenés que entrar en su mundo como para que hagan algo. Primero que te acepten, si no, no te dan ni cinco de pelota. Segundo, que ellos te permitan entrar en ese mundo. Por ejemplo Ale es el hojalatero, pero con él también hacemos taller de carpintería, huerta. El año pasado estuvimos haciendo cuadros, pintando. Adri, bueno, sobre él tendríamos que escribir un libro, pero la meta mía es que sea feliz, qué más puedo pedir yo. Distinto es el caso de Atanael, él el día de mañana podría laburar, incluso hasta tener una pareja.

¿Es al que vos le decís el “gaucho malo”?

Claro, sucede que le regalé los prismáticos a Juan, y entonces se puso celoso, está enojado. Pero tenés también a Sebastián ¿qué le podemos pedir? ¿Qué te pido que hagas Seba?
“Jugar a la pelota”. Contesta Sebastián, que tiene como metro ochenta de alto.
Bien… ¿ves? No le pidas más nada. Le cuesta mucho. También entran en juego los padres. Por ejemplo hay padres que quieren que sus hijos sean astronautas. Pero yo les tengo que decir que lo más importante es que sean felices.

Otro caso es el de Sergio, que quiere ser actor y director. El tiene el problema de que no quiere hacer nada, es el personaje que le inventaron, allí él se asentó y está cómodo. Es el “loquito” de la familia y está cómodo. Va a los programas de televisión, tiene novia, pero vos le decís agarrá la pala, y no quiere saber nada. Está cómodo en ese mundo. Ahora se trata de un desafío. Atanael cuando vino era muy mal llevado, tiraba mordiscones para todo lados y hoy está trabajando, avanzó.

Los chicos no están separados por grupos…

El problema es ¿cómo los separás por grupo? ¿Ponemos a todos los que son como Adri para que estén juntos, y después juntamos a todos los que trabajan más, como Atanael? No, la lógica es que se integren.

Vos entraste con el objetivo de trabajar en el mantenimiento de la escuela ¿cómo se fue desarrollando esta relación con los chicos?

Mi trabajo era el que vos decís y además colaborar en algunos talleres con los chicos, pero siempre estuvo planteado como objetivo la integración con ellos. Algo que no era sencillo que se diera. Sucede que acá hay chicos que entraron con una carga de violencia muy grande, incluso con antecedentes policiales. Y sin embargo se han ido integrando.

¿Hay avances en su desarrollo? ¿Qué relación hay entre el progreso y el trabajo que hacen?

La relación es total. El tema es que cuando se integran al trabajo, se van integrando al grupo, aunque otros no pueden. Por ejemplo, el año pasado salimos en la revista de la Obra Social de la Policía Federal, hasta nos sacamos fotos con los policías (se ríe). Hicimos una serie de pinturas y muchos trabajos manuales, en cerámica o madera. Del producto de la huerta, como la calabaza, hacíamos pájaros o recipientes pintados.

Entonces la integración se da de esta manera, algunos tiraron las semillas, otros la regaron, otros juntaron las calabazas, y después otros las pintaron. Pero el resultado es de todos. Yo le llamo trabajo… (Se detiene y me mira como buscando salir del atolladero) ¿Cómo era la palabra que se usaba para describir cambios complicados? ¿Cómo era que decía Trotsky?

¿Desarrollo desigual y combinado?

¡Eso! Le puse una palabra que no me acuerdo ahora, porque ellos me habían preguntado de qué manera se podría denominar esta forma de integración por el trabajo, y quedaba genial, algo así como crecimiento desigual y combinado. Para mis adentros pensaba: “si alguna vez estos canas estudian marxismo y se enteran, me matan”
En la escuela hay nueve docentes… (Sebastían me interrumpe y le dice: “Sí, como ‘Más feo’, que es como los alumnos llaman a Juan Carlos”

¿Por qué te llama de esa manera? (no me contesta y continúa hablando)

Los docentes cumplen funciones varias, pero el trabajo que realizamos con los chicos es muy similar. Es un trabajo en equipo en donde todos le damos mucha importancia a las labores manuales.

El problema es que muchos docentes especiales se reciben, y cuando comienzan a trabajar no duran más de un año… es que las presiones son muchas. Hay que estar con todas las antenas paradas, porque a veces se brotan mal, y no siempre se pueden controlar las situaciones. Por supuesto que en la escuela hay psicopedagogos, músico-terapeutas, terapeutas ocupacionales, etc. Lo que se ha formado es un equipo de trabajo.

Claro, con división de tareas.

Es que prácticamente no hay división de tareas, todos hacemos cosas parecidas. Y sucede que a veces un chico se brota, no se relaciona conmigo o con el grupo, y hay otro docente que lo contiene, con el que se engancha más. O puede pasar al revés.

Yo estuve en dos o tres encuentros grandes de distintas escuelas y he notado algunas diferencias. Yo noté cómo los chicos nuevos que venían de otras escuelas especiales como ésta, traían una carga de agresividad muy grande hacia los maestros. A los dos o tres meses, al mismo chico lo encontraba un docente de la escuela anterior y él mismo me decía ¿pero qué le hicieron? ¡Cómo cambió! En esos encuentros yo notaba por ejemplo la forma en que muchos docentes llevaban a los chicos al baño, casi con un estilo penitenciario...mal, muy mal, con un autoritarismo y una prepotencia evidente. Incluso con violencia.

Pasa que este tipo de trabajo también causa estragos en los docentes. Aunque también hay algunos que se adaptan mejor. El mismo docente que antes estaba en mi lugar, me contaba que en los talleres de la escuela en donde trabajaba andaba con un palito de madera. Y lo llevaba porque él mismo decía que tenía miedo, el tipo estaba paranoico. Yo le decía que estaba equivocado, que tenía que haber una integración de ambas partes, sino, la cosa no va.
A veces el mismo sistema que hay en la escuela es el que provoca este tipo de relaciones.
Seguro, en otras escuelas a lo mejor tienen que convivir cien chicos en un patio cerrado, y eso mismo provoca una alienación terrible, vos fijate lo que es esto. Mientras lo dice señala las dos hectáreas de campo, la huerta, la pileta de natación, rústica, pero fresca y muy utilizada en el verano.

¿Tienen también animales?

Sí, acá tenemos uno: ¡Cuba vení para acá! En realidad tenemos dos animales, el Cuba y yo. (Todo el mundo se ríe, incluso Cuba que lo abraza). Hablando en serio, no los tenemos porque los vecinos nos los roban. En lo que va del año ya nos robaron dos veces los marcos de aluminio de las ventanas, una vez las mallas de acero.

¿Pero son los vecinos?

Sí, que no te quede la menor duda. Son chicos también, algunos le dan al paco y no encuentran mejor lugar que este campo inmenso para meterse, que desgraciadamente por el tamaño no se puede proteger del todo. Entran a la noche y no hay nadie que los moleste. Yo mismo encontré jeringas clavadas en los árboles.

Volvamos al tema del progreso de los chicos.

Ese es el objetivo de la institución. Darles contención pero a la vez que puedan sobrevivir. Algunos salen trabajando, uno de ellos por ejemplo, tiene ahora una pequeña pyme de jardinería.

Sólo estoy viendo varones, ¿hay también chicas en la escuela?

Por supuesto, son la minoría, pero las hay, y se integran muy bien. (Mientras dice esto, hay varios que se sonríen nerviosamente). Aunque hay que mirarlos mucho porque son todos muy enamoradizos. (Ahora las risas nerviosas son carcajadas). Y se ha formado alguna que otra pareja. (Ahora es una discusión superpuesta en donde unos se acusan a otros de ser el novio de…. Todo en un clima de alegría serena, y mucha picardía).

A la pregunta de que me cuente alguna situación conflictiva particular, me refiere el caso de un muchacho que lloraba todos los días porque decía que el padre estaba por matar a la madre. Y era cierto, él mismo había charlado con el padre, un sub-oficial de la policía quien se lo reconoció. Todo terminó con una separación y la huida de la madre con el niño hacia una provincia del interior. Le da pie para afirmar:

Los chicos no separan lo que es su hogar de la institución, y por supuesto que a los que estamos a cargo de la institución, nos pasa lo mismo. Pero ellos te integran, te meten en su mundo.

¿Y las familias responden positivamente?

A veces. Otras veces se da la actitud reclamante que muchos padres tienen hacia las escuelas del Estado, pero agravado. Puesto que esto no es estatal, esto está sostenido por el aporte de las obras sociales de los familiares de los chicos, entonces muchos lo toman como si fuera una institución privada, y es en función de ello que reclaman. Pero hay otros padres que no, que tienen otra actitud. En esto juega mucho el tema de si los padres aceptan y asumen el problema que tienen los chicos.

¿Qué otro tipo de cambios notás en los chicos?

Dejame que te cuente una anécdota: había una mujer con dos nenas que estaban paseando por la vereda. Nosotros estábamos sentados al sol, en semi-círculo, y Adri andaba contra el cerco de la vereda. Una nena se acerca al alambrado y la madre prácticamente la arranca del brazo hacia atrás, le dice: “vení, ¿no ves que no son normales?”

Entonces le expliqué a Adri que la gente de afuera nos ve como a bichos raros, que eso es “normal”, tratando de explicarle en el idioma tan particular que él maneja. Por supuesto que Adri tiene su idioma, a veces lo entendés, después de un tiempo, casi siempre.

Pasaron diez o quince días, yo lo tengo patente, fue cuando Estados Unidos invadió Irak. Ellos estaban almorzando y en la televisión pasaban imágenes de la guerra en el noticiero, mostraban las bombas cayendo en medio de la noche. Adri comía y miraba, y de golpe me mira y me llama, y señalando con el dedo me dice: -los “normales”- ¿Qué me quiso decir? Beba casi se muere (se refiere a una compañera docente catamarqueña) porque yo le había contado todo el episodio. Nos estaba queriendo decir que “los normales” hacen la guerra.

Bueno, también está el caso de Cuba, tiene una memoria prodigiosa. Tiene algo así como… (Busca la palabra exacta) es como un cirujano ¿cómo se puede decir?...tiene la lengua como un bisturí, y el cerebro igual, cuando te quiere cortar, lo hace y vos te das cuenta después de un rato. Y sin embargo ahí lo ves, no le quiere poner valor agregado a la cosa.

¿Por qué le dicen Cuba?

Porque así lo bautizaron cuando recién entró, hablaba como un cubano. (Cuba agrega que desde chico hablaba así). Y cuando yo te gritaba: ¡Cuba libre! ¿Vos que contestabas? ¡Sin Fidel! (al responder Cuba todos se ríen).

Sí, pero vos no me contestaste por qué te dicen “más feo”

Alguien se trabucó cuando entró un compañero nuevo que se llamaba Mateo o algo así, como yo también era nuevo creyeron que mi apellido era Mafeo, y de allí me quedó el apodo “más feo”. Aunque algunos me dicen también “más puto”. (Todos se retuercen en carcajadas.)
Son las tres de la tarde, y ya comenzaron a retirar a algunos chicos. Los van llamando a los gritos desde la escuela. El más alto –Sebastián- le dice que quiere jugar a la pelota y Juan Carlos le responde: “si no se trabaja, no hay fútbol, agarrá un rato la pala”

¿Antes que vos había otra persona que se ocupara del taller?

Sí, no recuerdo cómo se llamaba. (Uno de los chicos le recuerda el nombre) Pero se tuvo que ir. Antonio (que es músico-terapeuta, y a la vez apoderado de la escuela) lo decidió, trataba mal a los chicos. ¿Cómo era que les decía, Cuba?

“Nos trataba a todos como si fuésemos boludos. A Navarro, a Carlitos y a mí, nos decía negros de mierda” (responde Cuba)

Bueno, a partir de allí hubo un cambio, se comenzaron a desarrollar por ahí muchas cosas en las que ya había pensado el Tano (se trata de Antonio). Y en ese plan encajamos bien tanto yo como Beba, por ejemplo. Pero te repito, yo me siento trabajando en equipo.
Se da luego un pequeño debate acerca de lo que son las instituciones, si las hay buenas o malas, y sobre qué significa que un niño se institucionalice, a lo que Juan Carlos remata:
Yo a esta la veo como una institución de puertas abiertas, mi desesperación es para que los pibes no se sientan como prisioneros.

Bueno, para ir terminando, decime cómo te afectó a vos este trabajo.

Para mí es un esfuerzo muy grande, me pasa lo mismo que a los pibes, no puedo separar el trabajo de mi casa y viceversa. No sé, me pasan cosas raras. Por ejemplo, antes de las vacaciones de invierno había algunas compañeras que estaban fisuradas, no veían las horas de que llegaran las vacaciones, y a mí me daba un poco de pánico de que llegaran.

Yo me siento muy bien. El año pasado, en esta escuela que no tiene colonia de vacaciones, a la colonia la hice yo sólo. Armamos con Daniel el director, un grupo de pibes que pudieran viajar solos. La pasamos muy bien, incluso hicimos un mantenimiento de la escuela con los pibes. Para mí, es como inventarse un mundo ¡Ojo! A veces me replanteo si no está mal verlo de esta manera, si yo mismo no les creo a algunos chicos una cierta dependencia conmigo.

¿Pero sentís que cambiaste vos también?

Veo la vida de otra manera. Aunque te cause gracia, me siento mejor persona, o mejor dicho, desde donde estaba, que no sé qué clase de persona era, siento que he progresado mucho. A lo largo de mi vida siempre intenté hacer cosas “por o para otros”, y tal vez lo conseguí algunas veces, pero estoy seguro de que nunca lo sentí como ahora acá. Hace cinco años que trabajo y no falté nunca, o mejor dicho, un solo día: tenía una gripe con una fiebre que me llevaba. (Y Cuba asiente con una sonrisa).