Nilda Ramos
Pasión por la cultura
Dueña de una de las librerías más tradicionales de la zona, Nilda Ramos es una militante de la cultura que no pierde las esperanzas de convertir a Quilmes en una ciudad lectora.
Por Laura Díaz
Hacía tiempo que no veía a la profesora Ramos, pero en el instante en que nos encontramos fue como si el tiempo volviese atrás y me encontrara otra vez en una de sus clases de historia. Quizás, acentuado por nuestro lugar de encuentro, mi viejo colegio.
Esa pasión con que encara todo lo que hace continúa intacta y debo decir que es un placer escuchar a alguien que después de tantos años en el tema sigue manteniendo el espíritu tan vivo. Nilda Ramos es una de las dueñas de la tradicional librería Ramos de Quilmes.
Los inicios de la librería datan del año ’43. La familia Ramos se trasladó de Capital Federal a Quilmes luego de haber sido golpeados por la crisis del ’29. La vieja cigarrería quedó trunca y las perspectivas de un nuevo negocio se presentaron para quedarse.
En sus comienzos, la librería, comandada por la abuela Ramos, era más parecida a lo que hoy sería un polirrubro, pero una vez que quedó en manos de papá Ramos fue tomando el perfil de una librería papelería moderna. Tras dos mudanzas, la librería se asentó en donde hoy se encuentra la papelería (Mitre y Videla). El crecimiento del negocio y el fallecimiento de quien fuera la cabeza que coordinaba todos los movimientos, hicieron que se dividiera la papelería de la librería.
Actualmente, la librería se encuentra a cargo de Nilda Ramos, mientras que la papelería es manejada por su hermano. Dentro de la librería se está viviendo una nueva división que es la del sector universitario y adulto del infanto juvenil. Para la cultura quilmeña la librería Ramos es un emblema. Más de sesenta años en la zona acreditan su permanente compromiso.
¿Qué lugar cree que ocupa la librería en la cultura de Quilmes?
Eso es difícil decirlo sin que parezca un poco arrogante la respuesta. En general tratamos de acompañar la movida, cada uno desde su lugar y tal vez también con distintos objetivos dentro de ese mundo grande que es la cultura.
Desde la parte de chicos y adolescentes, estamos trabajando bastante en lo que hace a la difusión de la lectura: hay taller de cuentacuentos, taller de leyendas, asesoramos y hacemos muestras en bibliotecas, pero no con fin comercial. Esa es una de las cosas que pautamos cuando vamos a un colegio o a una biblioteca. No es para vender, creemos que el lugar de venta es la librería, el negocio. Pero sí poder acercar a escuelas a autores, a material que no es conocido, acercar al chico al libro. Estamos convencidos de que la única manera de hacer lectores es trabajando desde que son chicos.
Por otro lado, desde la papelería (evidentemente más distante), a través de donaciones. Mi hermano apadrina a varias escuelas de Quilmes. La papelería tiene modas, tiene reciclaje de cosas, y viene muy bien para las escuelas de pocos recursos recibir ese material.
Desde la parte de adultos, permanentemente se está auspiciando y acompañando proyectos de bibliotecas, presentaciones de autores. Además, hasta no hace mucho y ahora en forma muy esporádica, salía una revista, Tiempo Sur, que pretendía hacer una actualización cultural: la literatura que estaba corriendo, los eventos que se hacían a nivel local, etc.
La parte de adultos tiene, a su vez, un sello editorial que también se llama Tiempo Sur y que publica fundamentalmente obras de autores quilmeños. Hasta no hace mucho se acotaba a la investigación histórica pero ahora ha crecido bastante y se están publicando obras de diversos géneros. La revista se distribuye desde la librería y cuando hay algún evento ese es el lugar que sirve para su difusión.
Dejamos los tiempos corrientes para introducirnos un poco en la historia y en cómo influyó en el cambio cultural. Sin dudas éste es el fuerte de Nilda y, aunque al principio me sorprendió con un ¡qué difícil!, la respuesta fue justo lo que estaba esperando:
A través del tiempo la cultura quilmeña fue atravesando distintas etapas. En la década del ’70 el movimiento cultural fue sumamente importante desde todas las expresiones, pero quedó suspendido cuando la dictadura entró en vigencia.
Con la llegada de Alfonsín, hubo un renovamiento de las esperanzas que fue acompañado desde la literatura. Se empezaron a leer autores nuevos y autores que estaban prohibidos, hubo toda una corriente nueva de la literatura que se fortaleció mucho.
Pero, acompañando el desencanto y la euforia menemista, la gente se volcó a una literatura menos comprometida. Cómo decirlo de una forma que no quede agresiva...una literatura más light, más afín con la buena onda, con el feng sui. Siguen existiendo, por suerte, lectores comprometidos, pero los libros de autoayuda ganaron espacio en las librerías.
A comienzos de la década del ’80, predominaban los libros de historia, psicología, antropología, sociología. Pero ahora, a no ser por un best seller que está colocado, en general los libros que dominan son los otros. O novelas pasatistas, o poco comprometidas socialmente; y si hablamos de ensayos o de novelas comprometidas con lo social, están en un lugar más acotado.
En contraposición a esto, en lo que hace a literatura infantil y juvenil, hablando de los tiempos más recientes, digamos de la crisis de 2001 para acá, hay una mayor preocupación lectora. Tal vez alentado desde la escuela, desde el mensaje del gobierno, o la toma de conciencia de los padres.
El padre que no leyó quiere que el hijo lea, y va a la librería en busca de eso, cosa que antes no se veía, porque el libro era visto como un elemento complementario, y el libro infantil aun más.
Según la profesora Ramos, uno de los factores más importantes que afectan al desarrollo de distintos movimientos culturales en la zona es el hecho de estar ubicados tan cerca de la Capital Federal, y no duda en diferenciar al público capitalino del público local:
Al quilmeño le gusta moverse en Capital, estamos muy cerca y la autopista nos ha acercado más. Muchas veces propuestas culturales importantes quedan deslucidas, y capaz que las tienen a cinco o seis cuadras de su casa, y esa misma persona prefiere agarrar el auto e ir a Capital y, en un ámbito con muchas más gente, participar de alguna actividad.
La Biblioteca Moreno ha traído obras importantísimas que han tenido muy poca afluencia de gente. Han venido autores de primera línea que han tenido poca concurrencia. Eso sin tener en cuenta el esfuerzo que demanda movilizar a alguien que se atreva a venir a Quilmes.
A fin del año pasado cerramos nuestras actividades con Nick. Estuvimos trabajando más o menos medio año para convencer a Nick de que viniera. Hicimos un trabajo previo con las escuelas para que los chicos conocieran la obra y para que no fuera ir solamente a ver cómo dibujaba a Gaturro. Salió bárbaro, realmente divino. Cuando terminó, Nick se quedó sorprendido de lo que era Quilmes, y la gente de Quilmes se quedó sorprendida de que algo así pudiera suceder acá. Pero eso nos demandó un esfuerzo muy grande de publicidad y de trabajo, teníamos muchísimo miedo de que la gente no viniera. Hemos traído autores de primerísima línea que no han tenido gente, y que habían ido la semana anterior al teatro San Martín y llenaron.
Cuando le pregunto a qué se debe este fenómeno se ríe, porque sabe que el personaje quilmeño es especial (por definirlo de alguna manera) pero, sin embargo, se cuida de no caer en dichos políticamente incorrectos.
Creo que la culpa es nuestra, que no nos asumimos con lo que somos o con lo que tenemos, no sé por qué pero si se qué. Está instalado, comprar algo en Capital no es lo mismo que comprarlo en Quilmes. Muchos sienten que adquieren un estatus diferente yendo a Capital, no se como decirlo (risas)... pero es así.
¿Cree que es una cuestión de desconfianza?
No, creo que es más una cuestión de gusto, de decir: fui a Yenny e hice tal cosa, que no es lo mismo que decir fui a tal librería en Quilmes e hice tal cosa. Creo que es más, diciéndolo vulgarmente, una cuestión de chapa, de la actividad o del nombre de la actividad. No tiene una explicación que no sea peyorativa para el quilmeño...es la verdad (risas).
Nilda cree que esta nueva etapa de las librerías en la que se puede leer y tomar café reemplaza un poco a las bibliotecas. Pero se corre el riesgo de que el café termine rindiendo más que los libros, que terminen siendo una excusa para potenciar al bar.
En la librería Ramos se pensó en algún momento en implementar este sistema:
Hubo todo un cuestionamiento porque dijimos, no, no vamos a vender café, el café que sea gratis, que vengan a leer. Conclusión: teníamos grandes consumidores de café y afines, que no compraban libros, no leían...venían a hacer sociales. Es Quilmes...es Quilmes (con tono de complicidad y entre risas). Entonces, para tener un lugar de reunión que vayan a otro lado. La idea era alentar al lector, no queríamos vender el café. Otras librerías de acá también lo intentaron, pero tampoco funcionó.
La charla fue de las más interesantes que tuvimos en tantos años de conocernos, tal vez, porque en este caso el encuentro se dio desde otro lado, ya no era mi profesora. La escucho hablar de su proyecto como historiadora de Quilmes, en el que quiere fundir la historia local con la nacional; del trabajo que publicó sobre la ciudad, dirigiendo a un grupo de alumnos del colegio Alemán; de los futuros proyectos con sus actuales alumnos, y realmente es inspirador.
Intento cerrar la entrevista con una pregunta que sobrevoló todo el tiempo la charla pero que nunca me fue contestada explícitamente: ¿Cómo definiría al hombre de la cultura de Quilmes? ¿Hay un estereotipo o es tan diverso que no se puede hacer una aproximación?
Y...diplomáticamente te digo que sí (que es muy diverso). Después cuando apagues el aparatito te digo (risas). La respuesta se perdió entre las risas, sin embargo, creo que después de este encuentro puedo adivinarla.