Reflexión sobre la entrevista
Mariana Campana
Notas sobre el género entrevista
El género entrevista es una actividad discursiva compleja, porque aunque está ligada a las prácticas de la conversación cotidiana, se aleja de ellas por su grado de institucionalización, por su intencionalidad, por su articulación al espacio público, y a la función periodística, como así mismo por el tipo de competencias exigidas en el rol de entrevistador (Leonor Arfuch.1995).
Al abordar la práctica de la entrevista se presentan ciertas consideraciones. A grandes rasgos puede diferenciarse una primera etapa de investigación, de preparación, luego el momento del encuentro con el entrevistado, del diálogo mismo. Por último, la tarea reconstructiva, la edición del material obtenido, si el reportaje apareciera en un medio escrito. A continuación se presenta el desarrollo de estas fases.
Cuando se afronta la entrevista, el punto de partida fundamental es tener un propósito definido sobre lo que se pretende obtener de ella y del personaje. Ulibarri (1994) considera ciertos aspectos necesarios para esta tarea:
- Definir si se buscan “datos precisos (cifras, fechas, títulos), revelaciones, interpretaciones sobre los hechos, reacciones ante ellos, opiniones generales, testimonios o retrospectivas”.
- Puntualizar si se considera al entrevistado como vocero de una institución, como experto en alguna materia, un protagonista, un observador, etc.
- Precisar cuál es la relación del entrevistado con la prensa. Si es la primera vez que enfrenta una entrevista o si está habituado a ellas.
- Por último Ulibarri se hace distintas preguntas: ¿Qué partes de nuestro reportaje pretendemos fundamentar con sus declaraciones? ¿Es la persona más adecuada para obtenerlos? ¿Hay posibles sustitutos? ¿Quiénes son?
Toda entrevista requiere, según el autor de “Idea y vida del reportaje”, un proceso de preparación fundamentalmente temática, pero a veces también psicológica. Sobre estos temas Douglas Coupland afirma:
”Toda la información que se necesita ya está en Google. Las entrevistas nunca van más allá de eso. Con anterioridad a Google, alguien que preparaba una entrevista tenía que hacer un verdadero trabajo de investigación que comprendía diarios, bibliotecas, visitas, acumulación a entrevistas anteriores y cierta cuota de energía. En la actualidad, no hace falta más que entrar al buscador para crear la ilusión de una verdadera investigación periodística”[1]
Couplan tiene una visión pesimista sobre la actualidad de la entrevista. Para él, de este proceso dialógico ya no puede esperar que surja algún tipo de conocimiento nuevo, sólo pretende algo de entretenimiento.
Con respecto al proceso de preparación, la afamada periodista uruguaya Maria Esther Gilio, en un rol inhabitual de entrevistada, comenta que prepara exhaustivamente sus entrevistas, y que investiga tanto a las personas, al punto que estas suelen quedar asombradas por su conocimiento.
Para muchos periodistas es conveniente escribir una serie de preguntas (simples y directas) con anterioridad, estableciéndolas según un orden de prioridad para, en poco tiempo, cubrir los temas más importantes. Un ejemplo es el método que implementa Gilio. Este consiste en realizar una serie de preguntas que, según María Moreno quien la entrevistó para el suplemento Radar, someten al entrevistado a la propia coherencia.
El proceso que se está caracterizando, además de contemplar la investigación previa y el armado de una serie de preguntas, se incluye una preparación psicológica. El periodista debe “considerar que una entrevista es un contacto humano un intercambio no sólo de datos o ideas, sino también de instintos, emociones, temores, simpatías, antipatías y oportunidades.”[2]
Antes de avanzar en la descripción de la acción de la entrevista en sí, existe un concepto fundamental en el cual ésta se basa y se debe resaltar. Este es el principio básico de cooperación, “sin el cual nuestros intercambios cotidianos se reducirían a una serie de frases deshilvanadas”, así lo describe Leonor Arfuch. Este principio es vital para el género que se describe. A partir de esto se pueden identificar ciertos problemas a la hora de entablar la conversación. Rodrigo Fresan, quien recopila ciertos reportajes realizados a Andy Warhol, comenta que la entrevista es el producto de la colaboración del entrevistado y el entrevistador. El artista más reconocido del pop art, se caracterizó por sus respuestas monosilábicas que obligaban a los entrevistadores a afinar sus preguntas y en definitiva su arte.
Durante el proceso de la entrevista hay un elemento que las enlaza a todas ellas y que muchas veces puede condicionar las respuestas de los entrevistados. Este elemento es el grabador, Warhol decía que era su mujer, y evidentemente le gustaba grabar. Gilio comenta que suele utilizar el grabador y también tomar notas mientras su entrevistado responde. Pero admite que en una nota realizada a Juan C. Onetti donde se pactó que la máquina no apareciera, ella sin embargo la usó. En este punto se pone en juego la ética del periodista. Una situación similar le ocurrió a Coupland al entrevistar a Morrissey, él sabía desde un primer momento que el grabador no iba a aparecer, y no apareció. La entrevista se transformó entonces, en una serie de ideas que le dejó el personaje luego de pasar ciento cinco minutos con él.
Retomando el desarrollo del encuentro con el entrevistado, existen, según Ulibarri, tres trucos útiles a la hora de hacer la entrevista. El primero es la pausa deliberada, donde el silencio cobra importancia para obtener declaraciones interesantes. El segundo truco consiste en que, si el periodista toma nota, este simple hecho puede alertar al entrevistado de la gravedad de lo que expresa, dejar de anotar puede relajar al entrevistado e invitarlo a que siga con esa línea de declaraciones. El último truco se refiere al método POSI que está basado en el hecho de que el objeto que es noticia tiene un Propósito y confrontará algún Obstáculo donde el protagonista ha encontrado una Solución a este obstáculo o al menos una forma de eludirlo, y en el cual el asunto que busca se originó en algún momento debido a alguien.
Gilio, además de las preguntas que tiene previamente armadas, logra establecer una conversación que parece ser casual, esta apariencia es el resultado de lo que ella reconoce como orientar u organizar la conversación, de tal manera, que se vaya dialogando de los temas que ella quiere. Algo similar instrumenta Capote en la entrevista ficcionalizada con Marilyn Monroe. El escritor intenta con distintas técnicas, entre ellas mentir e invitarla con un champán, sacarle la información que le intrigaba y que la actriz se negaba a contarle.
Para concluir con esta etapa, se puede decir que aquí es donde el entrevistador tiene que demostrar ese tipo de competencias que se le exige y se le vincula a su rol. Algunas de estas habilidades son: “Plantear con claridad las preguntas, repreguntar, volver sobre el tema o cuestión que quedo pendiente, resumir, glosar o desarrollar lo sustancial de las afirmaciones del otro, hacer avanzar el diálogo, (…) aprovechar elementos inesperados pero relevantes, dar un giro radical si es necesario, abrir una polémica.”[3]
El momento de la edición y de la elaboración del relato, es la última fase de la entrevista. Pero cabe resaltar que atañe principalmente a aquellos reportajes que se presentarán en un soporte escrito. Como sabemos, en la comunicación escrita, al contrario que la oral, no hay un contexto compartido por el emisor y el receptor (en este caso el periodista y el lector de la entrevista) es decir, es una comunicación diferida. El que escribe tiene la posibilidad de controlar su propio discurso, como así también puede controlar los dichos de su interlocutor, su entrevistado. Este trabajo a posteriori que realiza el periodista, para Arfuch, resulta inquietante y se plantea: qué puede hacer el otro con la propia palabra al escribir.
Esta etapa de ordenamiento de la entrevista se nutre de distintas estrategias. Arfuch describe que en un reportaje actúan complementariamente la fragmentación (reconstrucción de un retrato vivencial y también de una palabra citada, “literal”) y la búsqueda del detalle (microhistorias, anécdotas, focalizaciones). La estructura que asumirá el reportaje va a depender del criterio que se implemente para organizar el material obtenido.
En relación a las formas de composición estética y la tarea reconstructiva, la entrevistadora Gilio describe su trabajo en la postproducción de la entrevista. “A veces, en medio de un enorme follaje de ramas secas, encontrás una frutita y la dejás sola para que resalte. Si alguien está diciendo bla bla bla bla y le escuchas: «y hay veces en que siento envidia». Eso es lindo (…). Y tú pones: «Habló largamente, quedo en silencio y de pronto dijo: ‘Hay veces que siento envidia’» Se valoriza, ¿no?”[4]
Este trabajo posterior que el periodista realiza parece imperceptible en la entrevista que realizó Kathleen Wheaton a Manuel Puig, sólo se puede apreciar su real magnitud al leer la última parte de la introducción. En ella la entrevistadora cuenta que los encuentros con el escritor fueron tres, con “descansos” de seis meses. El diálogo que se presenta es, según lo descripto por Wheaton, el que corresponde a la primera reunión. En este encuentro se habló en castellano y luego en inglés. Pero este paso de un idioma a otro el lector no lo percibe.
Sin embargo hay entrevistas que sólo son la transcripción fiel de la conversación, y esto también es un criterio de organizar el material obtenido. Un ejemplo son las entrevistas publicadas en la revista Interview, editada por Warhol, donde la reproducción literal de los diálogos, incluía exclamaciones, titubeos y silencios.
Este punto final de la entrevista también involucra a las competencias narrativas del entrevistador. Además de la forma de presentar el diálogo, es importante el estilo del periodista, y como este puede realzar, sasonar la nota mediante su forma de escribir, de describir (de crear ambientes) y de narrar, tanto a lo que rodea al encuentro como al entrevistado. Este aspecto es dificil de desarrollar, ya que trata sobre una cualidad particular en cada periodista y hasta en cada persona, que es la habilidad en el manejo del lenguaje.
En relación a esta última consideraración es pertinente citar a Manuel Puig, quien es indagado sobre sus años de profesor, pero que es relevante para exponer lo particular que resulta obtener un buen manejo de la escritura, y por lo tanto abordar cualquier genero, incluso la entrevista.
¿Usted cree que se puede enseñar a escribir?
- No, pero se puede hablar de eso. Cuendo enseñé en City Collage y en la Universidad de Columbia, lo que hice fue hablar de mis propias experiencias y despues sugerir ejercicios. No me gusta entrar en un aula y sentarme a escuchar a alguien que lee.
¿La enseñanza contribuyó con su escritura, lo ayudó a escribir?
- Siempre ayuda, porque uno está hablando todo el tiempo del tema que lo acosa.[5]
Resumiendo, la entrevista permite ahondar en el detalle de las personas que son indagadas. El periodista obtiene la informacion mediante un diálogo inteligente, intensivo y relajado donde se expone la humanidad del entrevistado y las competencias del entrevistador. Quien emprenderá la tarea reconstructiva con el material obtenido, teniendo como particularidad tanto el criterio al organizar la información, como el propio manejo del lenguaje.
Bibliografía consultada
ARFUCH, Leonor. (1995) “Los lenguajes de la entrevista”. En: La entrevista, una invención dialógica. Bs.As.: Paidós.
CAPOTE, Truman. (1995) “Una adorable criatura”. En: Anagrama. Barcelona.
COUPLAND, Douglas. (2006, Abril 29) “Amamos tanto a Morrisey”. En: revista Ñ. Buenos Aires: Clarin.
FRESÁN, Rodrigo. (2004, Septiembre 19) “Así habló Andy Warhol”. En: Suplemento Radar. Buenos Aires: Página 12.
MORENO, María. (2004, Enero 18) El oído absoluto (entrevista a María Esther Gilio). En: Suplemento Radar. Buenos Aires: Página 12
ULIBARRI, Eduardo. (1994) “Los otros cuentan”. En Idea y vida del reportaje, México D.F.:Trillas
WHEATON, Kathleen. (1989). Manuel Puig. En Confeciones de escritores: Escritores latinoamericanos (pág. 226). Buenos Aires: El ateneo
[1] COUPLAND, Douglas. (2006, abril 29) “Amamos tanto a Morrisey”. En: revista Ñ. Buenos Aires: Clarin.
[2] ULIBARRI, Eduardo. (1994) “Los otros cuentan”. En Idea y vida del reportaje, México D.F.:Trillas. p.91
[3] ARFUCH, Leonor. (1995) “Los lenguajes de la entrevista”. En: La entrevista, una invención dialógica. Bs.As.: Paidós. p.49
[4] MORENO, María. (2004, Enero 18) El oído absoluto (entrevista a María Esther Gilio). En: Suplemento Radar. Buenos Aires: Página 12.
[5] WHEATON, Kathleen. (1989). Manuel Puig. En Confeciones de escritores: Escritores latinoamericanos (pág. 226). Buenos Aires: El ateneo. p. 224