domingo, 25 de mayo de 2008

Ensayo de Valeria Tellechea

LA ALEGORÍA DEL SER

Por Valeria Tellechea

Cuento. Definición: relato corto; narración breve, oral o escrita, en la que se relata una historia tanto real como ficticia.

Y a un cuento le es indispensable, por lo menos, un personaje. ¿Le es indispensable? ¿Existirá una historia que no hable de nadie? ¿O de nada? Aunque en este caso el personaje sería la nada misma. Pero si la nada fuera la protagonista, necesariamente se vería personificada. ¿Necesariamente? Aunque de otra manera nos sería imposible imaginarla. O por lo menos una imagen alegórica, como Benjamin lo hizo con el Ángel de la historia. Esa imagen que se refería a otra imagen, al Ángelus Novus de Klee. Un ángel que mira hacia el pasado, y ve los horrores de la historia, pero que no puede dejar de avanzar por culpa de un viento extremadamente fuerte, llamado Progreso. Y ahí nos imaginamos a ese supuesto ángel.

La imagen que remite a otra imagen. La imagen es el personaje. Por lo tanto, el personaje remite a otro personaje.

Pensemos en Rodolfo Walsh. Pensemos en los cuentos de Rodolfo Walsh, en sus personajes. “Fotos”. Es la historia de Mauricio contada por Jacinto, o la historia de Jacinto a través de la historia de Mauricio, o la historia de ambos en palabras de muchos: Jacinto, Mauricio, Paulina, Estela, Jacinto padre, dentro de una estructura fragmentada, de una historia fragmentada. El pasado se figura como momentos, instantes que recuerdan a los instantes que nos muestran las fotos. Un segundo que queda plasmado en la memoria de forma aleatoria, pero que se reconstruye cronológicamente a través de la palabra.

Mauricio. Definición: de tez oscura. Jacinto. Definición: hermoso como la flor. Poco tiene que ver a la descripción del autor.

Mauricio. De niño, conflictivo a causa de un padre ausente, niño que no le importa ni a su maestra. La justificación de todos sus actos las resume en unas pocas palabras: “la vida es corta”, y lo será para el resto de su vida. El hombre en que se convierte no es muy lejano a su destino ya escrito. Saltó de trabajo en trabajo, de búsqueda en búsqueda, de lavacopas a taquígrafo, de boxeador a fotógrafo pues, no olvidar, para él “la vida es corta” . Jacinto: de familia de estancieros. Estudiante de medicina y poeta. Quien piensa en su proceso de escritura. Y quien escribe la historia de amistad entre ellos. Una historia que termina con un suicidio. Y parece que el gusto por la vida se acaba pronto.

El personaje remite a otro personaje. Jacinto, cuando piensa sobre el proceso de su poesía, de su propia escritura, en cierta manera, se convierte en el propio Walsh, o Walsh se convierte en su propio personaje, como una especie de intervención de su alter ego. Y es el propio Walsh el que cuenta que esta historia tardó siete años en ser escrita, porque era una historia que “no se dejaba contar”. Debe ser por algo de esa larga búsqueda de su proceso como escritor. ¿Y Mauricio? Mauricio también busca. Walsh también busca. Pero Mauricio dice basta. Hay algo de su vida que no logra responder, y hay algo que queda sin resolver, y hay algo que queda sin decir, y el suicidio parece ser la respuesta más fácil. Pero Walsh sigue buscando.

“Nota al pie”. Dos historias que son una sola. O que abren una tercera. Historia de un policial que narra la historia de un obrero devenido en acabado traductor de novelas policiales. La historia del suicidio de León a través de una doble mirada, desde un narrador exterior, encargado de transmitir las sensaciones de Otero, su jefe, y desde la propia palabra de León, que comienza como una nota al pie, pero que, gradualmente, se convierte en la historia principal, hasta dejar atrás la primer historia, para invertir las jerarquías narrativas, no así las jerarquías entre los personajes.

León. Definición: león. Otero. Definición: es el jefe, debe nombrarse por su apellido. Cuestión de clase.

Y otra vez hay un suicidio, y como en “Fotos” nadie parece ser el responsable, pues es lógico, es un suicidio, aunque poco importan las circunstancias que llevaron tanto a Mauricio como a León a tomar tal sentencia. Ni siquiera Otero se siente responsable de la decisión de León, sino que piensa en la cobardía del acto. Es el ángel que no mira hacia atrás. Es el progreso mismo.

Y de nuevo aparece Walsh en sus personajes. El burgués y el proletario. El sistema capitalista. La vida rutinaria. Las esperanzas que nunca llegan a convertirse en realidad. León que piensa que la relación es fructífera, pero que no le permitió nunca ser autor de nada. Ni siquiera del género a traducir, porque Otero le negó otras traducciones que no fueran policiales. Ni siquiera de sus palabras, porque todo lo consultaba con Mr. Appleton. Sólo tiene una decisión en su vida: el suicidio.

Y cómo no imaginar al propio Walsh en su época de traductor. Y esa necesidad de su propia escritura. Y de sus preocupaciones sociales.

“Los oficios terrestres”. Un narrador que recuerda el paso por un colegio irlandés de internados, que comienza como si fuera su propia historia, pero que, de a poco, pasa a ser la historia de “el Gato” y de Dashwood.

Dashwood. Definición: apellido inglés, de algún lugar llamado Ashwood. “El Gato”. Definición: y... cosa de chicos.

Un día de milagro, donde se celebra el Corpus Christi, y donde la comida aflora ante los ojos de los incrédulos niños como un sueño hecho realidad. Pero ese milagro dura tan sólo un día. Algunos se aseguraban comida guardándola entre sus ropas, a sabiendas del peso de la cercana realidad, el día siguiente. ¿Y por qué ‘Oficios Terrestres’? Porque la realidad es dura, y hay que estar preparados, “cuanto antes mejor”. Pero eran niños todavía, había tiempo para ser hombres, para aprender los oficios terrestres. Y Dashwood lo sabía muy bien, lo sentía en su propia piel.

Dashwood. Oficio terrestre: servir la mesa de los maestros. El Gato. Oficio terrestre: la astucia.

Y la imagen alegórica. Walsh es ese narrador que nunca se presenta, pues es una ficción de su propia infancia, es esa voz que le da voz a los otros, que muestra la resignación de los niños acerca de su propia realidad; no hay mucho para decir, ni hay lugar para hacerlo, sólo hay mucho por hacer. Pero en contrapartida, las descripciones de Walsh hacen que la historia se construya emocionalmente para poder transmitir esos sentimientos que los niños no pueden expresar, y que, posiblemente, él tampoco pudo hacerlo.

Es una historia que pudo haber sido su propia historia. La huída de Dashwood y la comprensión del Gato: la libertad frente a la resignación. La palabra frente al silencio. Y aquí no hay astucia ni fuerza que valga. Puro sentimiento.

¿Qué tan distintos son los personajes de su autor? ¿O qué tan parecidos? No se puede generalizar, pero sí particularizar.

Después de Operación Masacre, para Walsh todo se reviste de otro significado, todo se vuelve hacia otro plano, hacia el plano de lo social, sin dejar de pensar en su propio proceso de escritor. Para Walsh, una historia es siempre una historia social. Tiene encerrada una trama social y, por lo tanto, política. Y Walsh lo muestra en sus personajes, es la alegoría de su propio ser, se confunde con ellos, su voz es la voz de sus personajes y, a la vez, la voz de muchos otros que tienen la palabra sesgada. Es ese ángel que se detiene en la historia, por más fuerte que sea el viento del Progreso.