AGua(S) SOBRE GIRIBONE
Por Valeria Tellechea
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odo comenzó hace apenas unos cinco años, donde varios jóvenes y no tanto, desesperados por hacerse escuchar desde el arte, comenzaron un camino juntos que los encontró unidos en una fábrica devenida en teatro, en el barrio de la Chacarita, justamente sobre la calle Giribone, cemento que le hace honor a su nombre.
Jueves de Giribone Jam, marcaron el ritmo suave, dulce, y hasta a veces (tal vez muchas) incomprendido y aburrido jazz. Sábados de Noches Bizarras, un varieté de humor crítico de nuestra sociedad actual a través de sutilezas muy logradas. Un bar-restaurante, comandado por Harry, en donde se come y se toma bonito y barato. Actores independientes, músicos majestuosos, cocineros innatos, todos reunidos bajo la sigla de “AGua: Mutual de Artistas Giribonenses Unidos para la Autogestión”; pero parece ser que el tiempo, el boca en boca y la impronta de su calle se tragaron las siglas y ahora sólo se dan vuelta cuando dicen “Giribone”, a no ser que tengan sed.
Irónicamente, parece ser que la clausura ya se encontraba pisando sus talones; como en el 2004, a causa de algunos vecinos que les molestaban esas aburridas y eternas sesiones de jazz, eternidad que no pasaba de las once de la noche, la policía decidió clausurar el lugar. Roberto, un amigo de la casa y devoto del estilo musical imputado, recuerda haber estado esa noche calurosa de diciembre, y pensar al servicio de qué comunidad se encontraban las fuerzas, y se respondió así mismo más rápido que la luz, al servicio de los que ‘trabajan’, que no son justamente los muchachos artistas, ya que en el lugar, un cartel indica tajantemente “aquí no trabajamos, no insista”.
Un año en stand by provocó la necesidad de todos estos artistas auto agrupados a encontrar un nuevo lugar. Nada de lo sucedido aminoró la marcha de la tropa, pues la necesidad de hacerse escuchar desde el arte seguía intacta, e incluso la llama había sido avivada; era la mejor manera de reinventarse, de sumar más artistas y locos a las filas del nuevo proyecto, porque es así como lo entendían, como la oportunidad de nuevos descubrimientos. Daniel, actor, clown, poeta y muchos pormenores más, lo explica con los sentimientos de aquel que se recuerda y se siente como niño con juguete nuevo, pero con las palabras de todo un adulto: “a la par de la idea de reinventarnos, en la práctica, redescubriendo el espacio que somos capaces de habitar, con no pocas dificultades pero aprendiendo los modos colectivos, que incluye también a quien entra y se come un plato de las delicias de Harry y se ríe o se emociona o baila pero a la vez también participa de un nuevo hecho cultural”.
Y una casona, clavada en la calle Fitz Roy del mismo barrio, auspició de regreso de los viejos y los nuevos “Giribonenses”, fotógrafos, maquilladores, bandas en vivo, y hasta un nuevo grupo: “Los improbables”, encargados de las Improbables noches de viernes, algo así como un cadáver exquisito dividido en partes.
Y la casa, aunque pequeña, se agranda.
LA AUTOGESTIÓN
El trabajo de los actores de Giribone reúne aproximadamente cuarenta artistas que comparten las mismas ideas acerca del teatro, un teatro político comprometido con la realidad. Incluso se separan de lo que es el teatro alternativo, del circuito del San Martín o el Cervantes que “no está mal pero esos teatros suelen ser los aparatos de difusión de los proyectos e ideologías del gobierno de turno”, sentencia Paula, cantante de la banda Talkin´to machines, que auspicia como corte de las Noches Bizarras, miembro de las Improbables Noches, además de ser la mejor anfitriona del lugar.
Al final de cada jornada artística, ella se encarga de dejar bien en claro cuál es el concepto de la autogestión. “Nos nucleamos en una mutual porque no nos interesa sacar provecho de todo esto. Para nosotros el compromiso es con la comunidad, para desnaturalizar todo aquello que se nos suele pasar por alto”. El valor de la entrada es de $6, de los cuales casi el 70% es para pagar el alquiler de la casa, y el resto es para los actores, esto es, alrededor de $2.
Después está en uno poner un poco más a la gorra.
El arte como función social se ve plasmado en esas acogedoras paredes, paredes que no actúan como límite, sino como agua que corre libremente.
PUERTAS ABIERTAS, PUERTAS CERRADAS
Bienvenidos,
los que llegan a este hogar.
La casa es chica,
pero el corazón es grande.
La presencia del huésped,
es suave como el césped.
Somos pobres de verdad,
pero no de voluntad.
Esta frase anula a las anteriores.
Rajá, perro.
Pablo es el director de Noches Bizarras. Eligió este fragmento de “Haga como si estuviera en casa”, del libro de Julio Cortázar, “Historias de Cronopios y de Famas” como invitación a entrar en su página. Coinciden con lo que Daniel siente, pero, de alguna manera parece tener la marca de un visionario, o de una respuesta para la ocasión.
Después de un tiempo sin tocar, por motivos de organización, el jueves 4 de octubre volvían las Giribone Jam y, para que la vuelta tuviera la importancia que se merecía, invitaron a nuevos músicos a tocar. Sólo por ser una ocasión especial, la entrada tenia un valor de $13, con igual repartija del porcentaje. Alguno de esos invitados, puso a disposición de Internet la información en su página web, para promocionar el encuentro. Sin embargo, lo que se esperaba como una prometedora sesión de jazz, se convirtió en una improbable noche cuando los inspectores de la municipalidad aterrizaron y declararon la clausura preventiva.
Soledad, una mujer que no pasa los 35 años, es la persona responsable de todo lo que en aquella casa sucede. Prefiere no dar el apellido porque dice que con su nombre alcanza, y por eso se respetó esta decisión, tanto para ella como para el resto del grupo. Nos aclara que los inspectores cayeron porque ellos se encargan de revisar los lugares donde se realizan espectáculos públicos, en donde la entrada supera los $10. No echa culpas porque considera que la persona que publicó la información no tenía la intención de perjudicar a nadie.
La clausura es preventiva porque se consideró que era una casa y no un lugar de espectáculos, por eso la faja de “clausurado” la entregaron en mano. Soledad se las veía negras: había pena de multa, inhabilitación permanente, hasta arresto por 6 años.
La constancia de esta medida de prevención se veía amarilla por el tiempo, con un borrón justo donde se detallaba el año de su creación. Igualmente se podía ver que era del 2003.
UN VACÍO DIFÍCIL DE LLENAR
En la madrugada del 31 de diciembre de 2004, en el recital de la banda Callejeros, que se desarrollaba en el local bailable República de Cromañon, un fuego y humo arrasadores se llevaron la vida de casi doscientos chicos que habían asistido al lugar. Pero no fue culpa del fuego, ni del humo, ni de la media sombra, ni de la desgracia; los culpables tienen nombre y apellido, algunos de ellos son culpables también del vacío legal que permitió que todo esto ocurriera. Y ese vacío legal se transformó en un parche de la justicia, llamado comúnmente como Decreto de Necesidad y Urgencia.
El Decreto nº 3/2005, que indica fecha y año de su creación, y el tercero en lo que iba de ese mismo año, se dictó “con el objeto de brindar, con inmediatez y premura, una solución que contemplase los problemas que afectaban a todas las salas de teatro independiente, espacios no convencionales, espacio experimental o espacio multifuncional en los que se realicen manifestaciones artísticas que signifiquen espectáculos con participación real y directa de intérpretes, en cualquiera de sus modalidades, fuera comedia, drama, teatro musical, lírico, de títeres, leído, de cámara, espectáculos musicales o de danzas y en los que se tomen en cuenta únicamente la calidad del espectáculo o su interés como vehículo difusor de cultura. Asimismo, tal como surge del decreto mencionado, el rubro Teatro Independiente no estaba incluido en el Código de Planeamiento Urbano (C.P.U.), y la norma intentó superar tal vacío legal”, como lo indica el mismo decreto en sus primeras líneas. Y es así como todo entró a la perfección en una misma denominación, y comenzó una seguidilla de clausuras de tanto lugares míticos del under porteño, como de centros comunitarios, entre otros varios, por no cumplir requisitos, algunos razonables, otros casi irrisorios. Y Giribone no fue la excepción. Y Giribone se hizo agua.
Las habilitaciones oficiales implican un baño cada 6 personas, varios matafuegos, salidas de emergencias, y mil cosas más que Giribone nunca podría adquirir ya que es el gobierno quien las vende a un precio muy alto, y prefieren no entrar en ese vértigo, sino que deciden ser itinerantes y elegir la autogestión. “Somos una Mutual de artistas, lo que significa que trabajamos sin fines de lucro, y eso es lo que el Gobierno no quiere. Es una locura que se le exijan las cosas que se le exigen a un mega espacio como era Cromañon” vuelve a sentenciar Paula, cuando recuerda el momento de la clausura preventiva.
Y más allá del decreto del año 2005, las autoridades siguen utilizando viejos formularios desactualizados que no aseguran la veracidad ni la legitmidad de sus autoridades.
HECHA LA NO LEY...
El jueves 24 de octubre levantaron la clausura preventiva del lugar. Finalmente, para los inspectores, Giribone era una casa en donde se juntaban muchos amigos, cosa que no escapa de la realidad.
Ese mismo sábado, los actores armaron un mini festival para festejar, por segunda vez, la vuelta de Giribone, pero esta vez, de una manera mucho más íntima. Quitaron las pequeñas gradas, las luces, los reflectores, las mesas, y todo lo que con tanto esfuerzo les costó levantar. Y la casa se convirtió en una casa. Y el agua volvió a correr.
Paula es quien, nuevamente, sentencia incansablemente con las palabras justas: “el sabado estaremos ahí, haciendo lo nuestro pero íntimo y privado, siempre con comidas ricas, cerveza y buena onda. La respuesta de la gente que ya nos conocía fue maravillosa, igual nuestra sensación es que nunca nos sentimos en otro lado como en nuestra casa, donde todos somos alguien, donde todos somos parte, donde salimos de actuar y con mucho amor nos espera una mesa con la comida siempre casera y rica, donde nos golpean la puerta del camarín para darnos la cerveza que en otro lado nos quieren cobrar por más que nos hayan invitado a actuar. En fin... esto sigue...” Acá o en donde sea.