sábado, 28 de junio de 2008

Crónica de Victoria Athey

Crónica Cultural

Fotos sin tesis

Me dispongo a hacer una paseo cultural. Martes, mediodía, el sol es la estrella inaugurando la estación. El destino -punto de llegada-, Recoleta creo, en realidad voy donde el destino –en el otro sentido- me lleve. Por ahora, arribo desde el sur a la ciudad porteña en Correo Central. Tengo que subir por Corrientes hasta Florida para comprar un libro. Realmente me siento privilegiada, relajada en Capital, todo brilla, paseando, mirando todo con los ojos de turista, un día de semana en horario de almuerzo donde la muchedumbre alienada se apura por llegar a algún lugar.

Cuando salgo de la librería decido caminar hasta Retiro. Para dar uno vistazo a los árboles de la Plaza, esos ombues, de troncos gigantes, añejos, que se arraigaron tanto a la tierra que sus ramas crecen horizontalmente como una línea de tiempo.

Llegue a Libertador y sentí tanta libertad que no pude parar de caminar y dije _bueno, sigo a pie hasta Recoleta, si me canso me tomo un taxi, total hoy estoy de bacana. Pero no, a pesar de que esa mañana había transitado seis kilómetros en bici, el sol me energizaba y también un pancho –los panchos de Avenida del Libertador son otra historia, muy ricos, realmente-.

Así que llegué feliz al Parque reverdecido y desolado a comparación de un fin de semana. _Y yo te prefiero así, querida Recoleta, que tanto puesto, tanta artesanía, que tan Cosmopolita.

En realidad, mi decisión de venir aquí fue porque tenia ganas de aprovechar la salida e ir (después del Centro Cultural) al Museo de Bellas Artes. Me fanaticé con Xul Solar y quería ver alguna obra en vivo –cosa que hice y me desilusionó mucho ya que sus cuadros no son mas que pequeñas acuarelitas, son más lindos en mi maquina, a parte yo tengo muchos más -.

Me había fijado en Internet, el día anterior, a las apuradas, que había en el San Martin y no vi nada que me interesara y en el Centro Cultural Recoleta vi que había varias cosas. Ya sabia que estaba lo de Les Luthiers y no quería, buscaba algo clásico, fotografía o pintura. Después (en Recoleta) me enteré que en el MALBA había una exposición de pintura Latinoamericana, si hubiera entrado a la página quizás hubiera ido. La culpa fue de Xul.

Y cuando arribé a la Recoleta ni siquiera pude parar a descansar, mis piernas guiaban el destino. Subí la barranca directo al C.C., pasando por la rotondita de juegos de plaza de los niños, que era el lugar más poblado del parque. El único rastro de domingo eran dos mujeres Tarotistas, donde siempre, firmes y trabajando, _ bello, bello!.

Entro al Centro de la Cultura Recoletiano, me acerco a un mostrador donde había una señora atendiendo y pregunto que exposiciones hay para ver. Y me dijo un montón de cosas, como seis o siete, mi mente no retuvo mucho la información, así que decidí seguir a mis piernas.

Me dirigí a la izquierda, planta baja, en la primer sala entré. Más que sala era una galería, con amplias entradas hacia el pasillo, y grandes vidrios que daban a un patio interno, con banquitos, verde y plantas, y cosas de patio, pero todo vidriado, no se podía salir. O sea que, la sala-galería estaba iluminada naturalmente, y el sol me seguía acompañando.

Vistié (ver al pasar, como mirar por arriba, como un vistazo):

fotos y plantas en las fotos,

y blancos, negros y escalas de grises.

Vistié troncos, cactus/ Lezama, Jardín Botánico, leì

Una imagen llama:

infancia, y todos los tiempos en uno, Rió

Delta en su esencia,

bruma en el agua

Me acerco y contemplo

Bote viejo en tierra

Rió Capitán, espejo

Y sí, el Delta toco mi corazón, se aquietaron mis piernas. Llego el momento de la contemplación. Pero primero tenia que vistear, todavía no sabía si había llegado a destino. Miro fotos, playas desoladas, plantas, y hay un ruido. Hay algo que emite audio cerca. Pensé que era en otra sala pero la galería-sala tenia forma de L y al llegar a la curva localicé el sonido. Al final de la Ele (o al comienzo) había un televisor. Desde lejos, olfateo que es un corto, me acerco despacio, visteando las fotos. Hay dos chicas en la galería, que llegan sincrónicamente conmigo cerca del televisor. Era, efectivamente, un corto, pero en capítulos, del género de estudiante de cine, medio bizarro (en el mejor sentido de la palabra). Apenas comencé a prestar atención intuí que los protagonistas (que eran dos, pero eran la misma persona y el mismo actor) eran Lucas, el anfitrión de la Sala, es decir, Lucas Distéfano, el fotógrafo. El mismo Lucas que había viajado, por el Chaco, Barcelona, el Delta, Menorca, Mar de Ajó, Nueva Atlántida, retratando bellamente en esa naturaleza, con rastros de humanidad pero sin presencia de hombre alguno, la bruma del agua, las plantas posando, el Chaco penetrado, los cactus rotos, la noche en la playa, la población desde el acantilado de mar, los árboles mirándose en el rió, el poder del Rió de la Plata, la Cruz Roja de Mar de Ajó en crudo invierno, la casa de costa de mar abandonada y el Hotel cerrado, el cartel de Vende en las casas isleñas, los árboles brotando del agua del Delta del Paraná, y demás y muchos más, relatos y sentidos en las imágenes.

El corto terminó y las chicas se fueron. Leí en los créditos: Realización: Lucas Distéfano, no nombraba actores, cosa que no confirmaba mi teoría pero tampoco la refutaba.

Y empezó de nuevo –el corto- o era otro, hasta ese momento no lo sabía. Ahí mis piernas decidieron que había llegado a destino, y me senté. Pensaba, pensaba y miraba el corto _tengo que captar el sentido en relación a las fotografías_ me exigí.

La peliculita era divertida, se llama “No hay normales” _Chocolate por la noticia Lucas_. Es un tipo loco, que esta solo o son dos tipos (son iguales), y se mata el mismo o se matan entre ellos o lo mata su propia sombra o mata a su propia sombra, en una escena tipo Hitchkot y la sangre parece la salsa de los fideos que estaba comiendo. En uno de los capítulos (llamado “Alitas”) esta solo, se come dos alitas de pollo, y se convierte en pollo –es la parte más divertida-. Lucas actúa bien, en el video tiene cara de loco, tipo Capusotto, aunque no tanto, es más joven y más lindo.

Al final, resultó que vi dos veces el corto y decidí que no tenia porque hallar ninguna relación de sentido entre el video y las fotos, quizás la había pero me pareció que ya era puro fanatismo de casi licenciada.

Me levanté y comencé a mirar las fotos nuevamente –ahora sí puedo decir mirar o ver-. Diario en mano analicé cada una e hice anotaciones, de todas. Cada una tenía el nombre del lugar, y fecha, así que yo anotaba el lugar y palabras claves. Algunos ejemplos: Reserva Ecológica: ladrillos y materiales de construcción en la costa del Río; Paraná Guazú: Árboles que nacen del Río, casa abandonada atrás; Río Sarmiento: Río espejado, muchos muelles de los que tienen techito, luz de una barcaza que se asoma por la curva pero que no se ve; Jardín Botánico: Cactus luminoso.

En un momento, justo cuando estaba contemplando la foto del Río Sarmiento, alguien (sexo masculino) interrumpe mi momento de aislamiento cultural y me da una tarjeta. Me dice algo, que no recuerdo exactamente pero podría ser algo así como:

_Podes venir también acá que estamos exponiendo otras fotos. (algo así)

Primero miré la tarjeta, levanté la vista, lo miré a él y dije:

_Lucas! ¿Cómo andas? Te reconocí por el corto, yo sabía que el personaje eras vos, aunque no estaba explícito en los títulos.

Me preguntó si me gustaban las fotos. Le dije que sí, que a mí me gustaba mucho el Delta del Paraná, y esas fotos eran muy buenas. Él dijo que en la exposición de Palermo (la de la Tarjeta que me dio) había mas fotos del Delta en color. Luego tenía que pegar un papel -un texto impreso en una hoja A4 -. Había, a nuestro lado, un rectángulo de madera, de pie, como de un metro de alto y veinte por veinte de espesor, pintado de blanco mate, que hacía las veces de apoya tarjeta para la ocasión. Ahí se puso a pegar el papel, yo trataba de leer mientras lo ayudaba. Como vi que sólo le quedaba una copia más y no me la iba a dar a mí, le recomendé que pegue el otro en la pared (el que pegó en el rectángulo estaba muy bajito y yo lo iba a tener que reproducir a mano en mi diario de escritor). Me dijo que se lo iban a despegar pero inmediatamente accedió a mi propuesta y lo pegó. Dentro de toda la secuencia vino una señora a felicitarlo por las fotos. Luego pasaron unos turist por detrás y Lucas decía en spanish-english _OHHH! Wonderfull, Beautifull!

Nos saludamos, agradeció mi ayuda, siguió su camino por la galería y yo continué mi tarea. Comencé a copiar la hoja que trajo, todavía me quedaban tres fotos por mirar. El título era “Fotografías 2000-2007”, no estaba escrito por él, la autora se llama Mercedes Perez Bergliaffa. Reproduzco una parte: “Nadie reclama por esas plantas, nadie las extraña, desde su corteza afilada. Salvo el fotógrafo.”

Yo agradezco ver esas fotos ya que extraño, sí

Esos sauces,

llorones, eléctricos

meten sus colgantes cabelleras

en las fangosas corrientes

Esos árboles, nuestros semejantes

son también, aire, tierra, agua, y fuego

Gracias Xul.