NOTA DE LECTOR: Música para Camaleones-Truman Capote
Prefacio y Música para Camaleones
Hago mi autocrítica y admito que generalmente suelo ir sin más trámite libro adelante y eludo los prefacios. Después de haber leído éste, tan magistralmente escrito por Capote, siento que tal vez me estuve perdiendo algunas cosas. En realidad cumplió con el objetivo de reflexionar sobre la escritura, y en cierto modo me acomplejó un poco leer cómo se hizo escritor, con cosas como: …En realidad, jamás hice los ejercicios del colegio. Mis tareas literarias me tenían enteramente ocupado: el aprendizaje en el altar de la técnica, de la destreza; las diabólicas complejidades de dividir los párrafos, la puntuación, el empleo del diálogo…. Pero en fin, también creo que la manera en la que él nació como escritor, es hija de una obsesión. De todos modos, separando la paja del trigo en todo lo que Capote relata como parte de su “hacerse escritor”, creo que es interesante ver cómo se debe ir más allá de la academia y que hay un camino muy íntimo que cada uno tiene que emprender, y que por cierto ese camino es muy solitario.
El otro día cuando estábamos en clase opinando sobre la crónica, yo dije que la observación me parecía muy importante, y lo confirmé en este texto cuando dice: …los escritos mas interesantes que realicé en aquella época consistieron en sencillas observaciones cotidianas que anotaba en mi diario…. Me gustó también en este texto ver qué lugar tuvo para Capote la escritura periodística: Durante varios años me sentí cada vez más atraído hacia el periodismo como forma artística en sí misma (…) el periodismo como arte era un campo casi virgen, por la sencilla razón de que muy pocos artistas literarios han escrito
alguna vez periodismo narrativo, y cuando lo han hecho, ha cobrado la forma de ensayos de viaje o de autobiografías. Y en este comentario está ni más ni menos que el origen del “Nuevo periodismo”, al menos en Estados Unidos, porque, como sabemos ya se les había adelantado ocho años Walsh por estas ignotas latitudes.
Antes de leer el prefacio yo había leído el relato “Música para Camaleones” y había apuntado como parte de mi nota de lector, lo personal, la gran cercanía escritor-entrevistado que revelaba ese texto. Y mi inquietud se vio respondida por el mismísimo Capote, cuando dice:… Desde un punto de vista técnico, la mayor dificultad que tuve al escribir A sangre fría fue permanecer completamente al margen. Por lo común, el periodista tiene que emplearse a si mismo como personaje, como observador y testigo presencial, con el fin de mantener la credibilidad. Pero pensé que, para el tono aparentemente distanciado de aquel libro, el autor debería estar ausente. Efectivamente, en todo el reportaje intentemantenerme tan encubierto como me fue posible.Ahora, sin embargo, me situé a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo severo y mínimo, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes: el administrador de mi casa, un masajista del gimnasio, un antiguo amigo del colegio, mi dentista. Tras escribir centenares de páginas acerca de esa sencilla clase de temas, terminé por desarrollar un estilo: había encontrado una estructura dentro de la cual podía integrar todo lo que sabía acerca del escribi. Más tarde, utilizando una versión modificada de ese procedimiento, escribí una novela real corta (Ataúdes tallados a mano) y una serie de relatos breves. El resultado es el presente volumen: Música para camaleones. Acá no solamente detalla el lugar del cronista sino que además describe cómo fue su propia metamorfosis con respecto a este tema.
Para terminar la presente nota, rescaté una joyita de este prefacio que en realidad Capote tomó de uno de los personajes de un relato de Henry James: Vivimos en la oscuridad, hacemos lo que podemos, el resto es la demencia del arte.