sábado, 15 de noviembre de 2008
Para la próxma clase
Pasen a máquina las reflexiones que hicieron a partir de las 3 citas elegidas para incluir en el ensayo, también los avances sobre el tema y el planteo que hicieron en clases anteriores y avancen en su diario de escritor con las reflexiones que hayan sugido a partir de la lectura de Flusser.
Vayan definiendo lo intertextos con los cuales quieren trabajar.
El 5 de diciembre es la fecha de entrega del ensayo y de la carpeta. Pero el día 2 de diciembre deberán llevar una versión previa o borrador a clase, pasada a máquina, porque trabajaremos con la edición de un par en clase. Esta versión editada previa formará parte de la entrega.
Queda opcional la lectura de Adorno, "El ensayo como forma", un texto clásico sobre el género. También es opcional la lectura de "Sobre el amor y la muerte", de Patrick Suskind. Se los recomiendo.
Aquellos que adeuden partes del bloque narración, sin falta, llévenlo el martes a clase.
El martes leeremos los avances del ensayo y partes del diario de escritor. Por eso les pido que lo lleven pasado a máquina. Pueden ir subiendo las entradas al blog.
viernes, 14 de noviembre de 2008
Una cita sobre narración
Jerome Bruner, La fábrica de historias: derecho, literatura, vida.
jueves, 13 de noviembre de 2008
Entrevista de Magalí Sayal
Al ritmo del 2 x 4
“Armandito” Mazantini tiene 80 años, y es profesor de tango. Hace 15 años, decidió dejar su actividad como arquitecto paisajista para dedicarse por completo a su pasión por la danza. Declara que bailar tango es “sólo cuestión de animarse y empezar”, y que los argentinos aún no se dieron cuenta de la importancia de conocer “los secretos del tango”.
Hacia el final del corredor, se encuentra de pie, ensayando algunos pasos de baile con un tango clásico que suena de fondo. Se saca el sombrero para saludar, y con su típica indumentaria arrabalera, invita a seguirlo con la enredada coreografía que improvisa, al ritmo de una voz melancólica acompañada por el sonido de un bandoneón. Señala unas marcas en el piso, que ayudarían a cualquier principiante a dar sus primeros pasos en la pista. Desliza sus zapatos lustradísimos con gracia y soltura. Sólo interrumpe su demostración para conversar con una parejita curiosa, que entra al centro cultural para preguntar por las clases particulares que aquí se ofrecen.
Armando Mazantini, a sus 80 años, reparte su tiempo entre sus dos pasiones: su familia y el tango. Se declara un amante incondicional de esta reconocida danza que mantiene su vigencia “gracias a que la juventud también está tomando el tango y lo está haciendo crecer”. Armandito, como lo llaman cariñosamente, comenta que hace tiempo dejó de trasnochar en la milonga (también reconocido como baile o festín por el lunfardo porteño) porque “mi fuerza y energía, que es la de un hombre mayor, la quiero emplear solamente lo imprescindible, que es enseñar, transmitir y de vez en cuando, para no quedarme, bailar con alguna profesional, un poco de práctica intensa para mantenerme en estado”.
El encuentro se concretó casi una semana después de solicitada la entrevista: Armandito tiene una agenda muy apretada, en la que organiza sus clases diarias, grupales e individuales, en varios lugares de Capital Federal.
Armando recuerda aquellos tiempos en que el entrenamiento y la destreza en el baile era un requisito esencial a la hora de asistir a una milonga. La rigurosa selectividad de las mujeres para elegir un compañero de baile obligaba a los hombres a practicar la danza entre ellos, turnando roles para practicar las figuras clásicas que les aseguraran estar a la altura de las exigencias femeninas: “un varón que supiera bailar, con los zapatos atados con alambre, por falta de recursos y de dinero, era más solicitado que el varón que no sabía bailar, trajeado, con sus zapatos y su pinta.” Armando destaca la importancia del abrazo en esta danza caracterizada por la sensualidad y la intensidad de la conexión entre los bailarines: “Un tango con una pareja abrazada, es como un romance que dura tres minutos con una persona desconocida, donde no hay ningún compromiso. Después de esos tres minutos, se terminó el romance, se terminó todo. Entonces ese momento lo tienen que disfrutar”.
Sin embargo, no siempre se dedicó a dar clases de tango: “veía que económicamente no resultaba. Yo veía a los grandes del tango bailar por poca plata”. Sin olvidar su pasión por la danza, estudió paisajismo en la Facultad de Agronomía, y se dedicó a la especialidad de crear jardines con movimientos de agua, por lo que pudo destacarse y progresar como arquitecto paisajista. Participó en 100 exposiciones, y a lo largo de su carrera efectuó más de 4000 obras enmarcadas en la empresa que fundó hace 40 años, y que compartió con su hija y socia, hasta que decidió abocarse a su pasión desde siempre.
- ¿Cómo era trabajar junto a ella?
- Como éramos socios, la obra se componía de dos partes: yo me encargaba de la parte gruesa, de manejar al personal, excavaciones, algo de albañilería, las compras de insumos. Mi hija estaba en la parte artística, porque ella es pintora y escultora. Viendo que los años se me veían encima, hace 15 años atrás le dije: "Yo te quiero regalar la empresa que fundé, porque me quiero dedicar desde ahora hasta que me muera a bailar".
- ¿Dedicarse al tango fue una decisión que la tuvo que meditar mucho tiempo?
- Sí, lo pensé mucho, y hablé con mi familia. Lo primero que me preguntaron fue si iba a vivir del tango. Les dije que el tango no da para vivir, pero sumé y me di cuenta que puedo tener lo que quiero hasta que me muera sin necesitar de nadie, para evitar reproches. Por eso hice los números bien hechos y tomé la decisión. Primero fue resistida un poquito, porque el tango se relacionaba siempre con el cabaret, el cafisho, el prostíbulo... Siempre fue mal visto. Pero eso fue cambiando y mi familia me acompaña porque me ve muy contento con lo que hago.
Con el apoyo de su familia, y el entusiasmo de poder enseñar sus conocimientos y habilidades en la pista, Armandito se calzó los zapatos de baile y se animó a cambiar su rutina diaria y su estilo de vida para abocarse a su labor como docente.
Se enorgullece al hablar de su matrimonio, y declara que está enamorado de su mujer, una artista plástica con la que se casó hace 56 años, hecho que se toma con mucho humor: “Ya pasé por las bolas de oro y ahora voy por las bolas de diamante, que son 60 años de casado” (risas). Se considera un referente casi único en el ambiente, “porque a pesar del tango pude conservar una misma mujer y formar una linda familia”.
- ¿Por qué eso es algo tan particular en el ambiente del tango?
- Porque me supe cuidar. Es como entrar en un gallinero y es muy difícil que uno no se ensucie. Sin embargo, uno puede estar ahí, y entrar y salir sin ensuciarse, pero con mucho cuidado. Porque lo que no me gustaría que me hiciera mi mujer, yo no se lo quería hacer a ella. Eso fue lo que me permitió conservar la mujer que tengo.
Los cuadros de su esposa adornan las paredes que conforman la pista de baile del Centro Cultural San Pedro Telmo, ubicado a metros del Parque Lezama, donde Armando enseña las técnicas del 2 x 4 de lunes a jueves, y los domingos ofrece una clase abierta y grupal, en la que sus alumnos demuestran sus habilidades a los visitantes de la reconocida feria de la calle Defensa.
A pesar de su trayectoria como docente, Armandito no se considera como tal: “El mejor maestro del tango, es la práctica. El tango es una música imposible de bailar sin sentimiento. Quiere decir que si para bailar tango hay que poner un sentimiento, los que dicen que son maestros, mienten, porque los sentimientos no se pueden enseñar. Yo no puedo enseñar el sentimiento que hay que poner para bailar tango, eso nace en cada uno. A mí me dicen que soy maestro, pero no lo digo yo eh!, me lo dicen ellos”.
- ¿Usted cómo se autoconsidera?
- Yo me considero un entrenador, un instructor. Yo enseño figuras, técnicas, ejercicios, y con todo eso se puede bailar, pero el sentimiento, lo verdadero del tango, aparece cuando uno lo coloca. Por eso es que las vivencias están en el cuerpo, pero lo tiene que sentir cada uno.
Armando aprovecha el creciente interés de los turistas que vienen en busca del verdadero tango argentino, ansiosos por aprender algunas figuras del 2 x 4 para mostrar en sus países natales. El boom del tango en el exterior es tal que se organizan competencias y festivales que hasta pueden durar varios días, a los cuales se inscriben gran cantidad de participantes de una variada gama de nacionalidades. Los aprendices extranjeros pagan hasta $100 por clase para conocer los movimientos que les permitan lucirse en alguna de las tantas milongas porteñas que se reparten por distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires.
La inevitable tendencia de los extranjeros a relacionar a los argentinos con el tango, llevó a Armandito a dar clases en el Congreso de la Nación: “los legisladores que viajan a todo el mundo por distintas razones, se encontraron que ahora llega una delegación de argentinos a una recepción, a un cóctel o a una reunión ¡les piden que bailen tango! y claro, arrugan porque no saben”. Todos los viernes les enseña a diputados y senadores de entre 40 y 70 años, a aprender los movimientos tangueros que tan solicitados son en el exterior del país.
Aún se sorprende al comparar el interés de los extranjeros con el de los argentinos por la típica danza porteña: “a pesar de la gran movida que hay en Europa y Estados Unidos, muchos argentinos viendo, leyendo lo que está pasando allá, piensan: '¿Qué le vieron de importante?' y yo les contesto: 'Busquen de ver ustedes dónde esta la importancia del tango'. Hay que empezar a bailar.”
Teniendo pleno conocimiento de que “sólo una pequeña parte de los argentinos lo bailan”, expresa que “es lamentable que uno vaya a una reunión, o a un casamiento, y todos salgan a bailar el carnaval carioca, las mesas quedan vacías. Pero cuando ponen un tango, todo el mundo se va a sentar y la pista queda vacía.”
-¿Por qué cree que la gente no se le anima al tango?
- Porque el argentino no lo tomó al tango todavía. Por eso es que yo les digo a mis alumnos, que un beneficio muy grande es precisamente ese, que cuando todos se borraron, ellos se quedan en la pista, porque saben bailar. Van a ser la admiración de todos, y van a tener la satisfacción propia de haber aprendido y saber bailar el tango.
Los sábados, Armando da clases de tango en el Hospital Británico para personas mayores de 60 años, en el marco de un programa llamado “Vivir la vejez plenamente”, ideado y coordinado por una de sus nietas que es psicóloga. Los asociados al plan de salud del hospital se acercan por curiosidad, y luego de las primeras clases su entusiasmo es tal que tienen como objetivo demostrar que a pesar de su edad, es posible aprender a bailar tango. “Estoy en esa tarea que me encanta. La hago con mucha vocación y amor en el corazón”.
A lo largo de la charla, Armando despliega su amplio abanico de conocimientos acerca del tango, porque es parte de la historia que lo conforma. Y no repara en modestias para admitir que es admirado por alumnos, espectadores y otros profesores de tango.
- ¿Cómo se lleva con sus colegas?
- Mis colegas están fascinados, y soy un gran referente para ellos porque a esta edad se puede hacer lo que yo hago. Yo no voy a competir con ninguno de ellos, no puedo competir con la juventud ni con mis colegas. Yo lo que les puedo decir es que a los 80 años, bailo. Y ellos saben como bailo, por eso me aprecian mucho, simpatizan conmigo, me dicen: "Ojalá que yo a los 80 años pueda bailar como vos". Soy un ejemplo para muchos.
Siempre sosteniendo una mirada intensa, asegura que no se arrepiente para nada de haber dejado el paisajismo por el tango: “Tomé esa decisión porque pensé que con el tango sólo iba a disfrutar de lo que me gusta hacer. Pero me encontré con una veta económica, porque me está yendo muy bien como docente. Fue algo inesperado. Uno toma decisiones, a veces acertadas y otras desacertadas. Y yo acerté”.
martes, 11 de noviembre de 2008
Próxima clase
También lleven leído el texto de Flusser. Es un ensayo breve pero interesante para iniciar el trabajo con ensayo.
Ya han iniciado su diario de escritor con relación al ensayo. Todas las clases leeremos fragmentos de sus diarios de escritor y los avances del ensayo. La idea es que este "metatexto" registre todo el proceso de escritura, desde las reflexiones sobre el género, pasando por la definición del tema hasta su lectura de los distintos modelos de ensayo que se lean en clase.
También les he pedido que lleven para la próxima clase tres citas que quieran incluir en el ensayo (con la referencia bibliográfica completa.
Crónica de Leandro Viggiani
Leandro Viggiani
Crónica de investigación.
De mochilas, redacciones y cultura
Tocan el timbre desde la planta baja. Walter va hacia el portero eléctrico. Su mirada denota una profunda ansiedad, como si detrás de ese pequeño dispositivo estuviese la suma de todas las felicidades.
―Jaime ¿sos vos, no? ―Walter se adelantó a la voz que tocaba
―Baja rápido que tengo el camión en la puerta, los muchachos no tienen mucho tiempo así que activa que hay que subir unas cuantas cajas.
Transcurro cinco largos minutos sentado en mi sillón de entrevistador, en medio de pilas y más pilas de revistas. A mi derecha en sus respectivos escritorios dos pomposas computadoras, debajo unos cuantos comics de Asterix y Obelix apilados. Desde afuera se oyen los pasos, la puerta y allí el famoso Jaime.
― El es un lector nuestro, nos vino a hacer una entrevista, así que dejamos todo acá apilado y mañana empezamos a distribuir.
Jaime saluda estrechándome su mano izquierda (la derecha está aún repleta de revistas) y se despide aludiendo temas personales. En tanto Walter mira fascinado la foto de un Agustín Tosco retratado en una especie de sepia.
―Bueno ya la miraré más adelante, hagamos la entrevista así te liberamos.
Es la calle Sáenz en Lomas de Zamora, allí funciona Sudestada, una de las pocas revistas culturales que actúan en el campo del saber cultural y que además lo hacen desde la periferia, en el lejano conurbano bonaerense, de allí su nombre, de allí la paradoja.
Sudestada, creada en el 2001 en el marco de la profunda crisis socioeconómica que azotó tierras argentinas se autoproclama como una publicación de carácter cultural, auto sostenida y de alcance nacional. Para 1998 un grupo de flamantes comunicadores sociales egresados de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora comienza a cuestionarse el sentido del periodista, su rol social, su implicancia en procesos políticos. Ante la resistencia frente a los medios masivos de comunicación y sus formas de construir agenda, Ignacio Portella, Walter Marini y Hugo Montero deciden emprender el que sería el viaje de sus vidas: Sudestada. Con un reducido presupuesto, con no muchos más recursos humanos la revista publica su primer ejemplar en agosto de 2001. Desde allí 73 ejemplares mensuales ininterrumpidos constituyen su flagrante producción. Sudestada es un colectivo de trabajo. Detrás de su trío fundador, cuenta con 15 colaboradores permanentes. El plantel se completa con el diagramador y dos asistentes de fotografía. Las participaciones de todos ellos (que en casi todos los casos son periodistas recibidos) son ad honorem, el colectivo Sudestada no produce plusvalía. La revista se distribuye por más de 200 puestos de diarios y revistas ubicados en los tres puntos cardinales del conurbano bonaerense y en Capital Federal.
Walter toma mate en un pequeño posillo de metal, detrás de él todo un cuarto repleto de revistas, libros computadoras y hasta una cama. En tono de excusa me dice:
―El problema es que el diagramador que nos da una mano es de Morón, entonces el día antes de la entrega del crudo de la revista se queda a dormir directamente acá, no se va a volver para allá.
Mientras habla, Walter no puede dejar de ojear el flamante número de la revista.
―Así es todo acá, ¿o vos te crees que a nosotros nos distribuye una empresa? A nosotros nos llega la revista y ahí empieza el trabajo de verdad. Nos cargamos las mochilas y arrancamos. Por ejemplo a mi me toca la zona del oeste del conurbano, y en Haedo voy en un tren que pasa cada media hora, entonces con el canillita de la estación ya tenemos todo combinado, le dejo las revistas y me termino subiendo con el tren en movimiento, así es todo.
Decir revista cultural en Argentina es atravesar una basta historia de publicaciones que han sabido configurar y delinear una serie de reivindicaciones en torno a la cuestión político-social. Caras y Caretas (1898) fue la primera de las publicaciones nacionales en donde se pone en juego la cuestión de la cultura. Autodefinida como un "semanario festivo, literario, artístico y de actualidades” Caras y Caretas redefinía la actualidad política, literaria y social recurriendo a una serie de recursos no utilizados desde la prensa argentina hasta ese momento: cromos, fotograbados y fantásticas ilustraciones. La primera revista cultural de Argentina tiene una peculiaridad que la distingue de la actual situación de las producciones culturales: su alto grado de popularidad, lectura para muchos. Luego llegarían Martín Fierro (1924), Sur (1931) y Contorno (1957) para completar la oferta cultural de la primera mitad del siglo.
Pienso en la revista cultural, como definirla, como diferenciarla de otras publicaciones. Walter se queda pensando unos segundos sentado en su silla. Parece no tener una respuesta clara. En eso el ruido de llave anuncia que alguien está por entrar a la redacción.
―Jajaja, suerte que viniste Hugo, este muchacho me había puesto contra las cuerdas.
Hugo Montero tiene unos 30 años, es delgado, alto y habla con una claridad que asusta. Walter le traslada la pregunta. Hugo piensa mientras toma un mate que hace rato está lavado.
―Nosotros nos autoproclamamos como una revista cultural, pensamos que lo somos. El problema pasa por las taxonomías, por la necesidad de crear un género que las agrupe, por el intento de definir aquello que debe ser cultural frente a lo que no es, con la triste y penosa finalidad de generar una forma de intervenir ideológicamente sobre lo dicho. ¿Vos querés entender lo que es para nosotros una revista cultural? Te invito a la reunión del viernes.
Asiento con la cabeza, el viernes iba estar nuevamente allí. La procesión va por dentro y mis preguntas alrededor de la cultura parecen no tener fin.
Con la llegada de los militares al poder en 1976 la cuestión de la revista cultural cambia radicalmente su posición frente al campo de la industria cultural. El gobierno de facto desarrolla un fuerte dispositivo de censura y represión sobre la sociedad en general y sobre el espacio político cultural en particular. La historia y su tragedia archicontada cambia por completo el rol del periodista crítico. La producción alternativa parece ser la única opción. Es entonces cuando se profundiza el fenómeno de la prensa subterránea. Punto de Vista (1978), Nova Arte (1978), Ulises (1978), El Ornitorrinco (1977) son algunas de las publicaciones del período, todas ellas de escaso tiraje (no más de mil ejemplares) y todas de corta duración en razón de la intensa represión sobre periodistas y quiosqueros que frecuentemente eran sometidos a requisas. En la década del 70, en pleno gobierno peronista es cuando surge la revista que marcará por completo el futuro de todas las publicaciones alternativas en Argentina: Crisis (1973). Con Eduardo Galeano como director editorial y Juan Gelman entre sus redactores, la revista adquiere una estética vinculada con “lo rioplatense” que se transformará en eje de discusión sobre aquello que sucedía en literatura, política y sociedad en los 70.
―Crisis, ves por ejemplo crisis es una revista cultural- Walter parecía obsesionado con la respuesta a una pregunta que con el correr de los minutos se transformó en muy polémica.
―Nosotros no recibimos apoyo de ningún tipo, tiramos alrededor de 2000 ejemplares por mes. La única publicidad es la editorial que nos hace la impresión, que en realidad es una cooperativa. Por eso te digo que no ganamos plata con eso, el vuelto está cuando ahora tengo la revista en mis manos. Hacer esta revista es tener una voz, queremos decir algo y agotamos los medios para concretarlo.
Viernes, nueve de la noche, me dirijo a la redacción. Me abre Jaime, le recuerdo quien soy y entro. Subo las escaleras hasta llegar a la sala de discusión, que no casualmente es el mismo lugar que la sala de redacción. Alrededor de la mesa redonda puesta para la ocasión veo a Walter, a su lado está Hugo. La reunión se completa con Martín Latorraca, Ignacio Portella y Mariano Garrido. Walter me acomoda una silla entre él y Hugo. La discusión está por arrancar. Hugo toma la palabra y en un tono cancino habla de una historia que se contará sola, el resto escucha
―Es la historia de un proceso histórico que me obsesiona y nunca hemos contado, y Octubre creo que es el mes- mientras Hugo habla no hay lugar para bromas- Concretamente es la revolución rusa. Se hablo mucho de eso, poco se dijo sobre como Stálin derrota a Trosky. La perspectiva histórica se va a volver fundamental. Contamos con el testimonio de Andrés Rivera y de Gabriel García Higueras, un historiador peruano. Ellos dos nos van a enriquecer el relato. Propongo que ese sea el tema de tapa. ¿Están de acuerdo?
Jaime agrega que el también tenía ganas de hacer algo por el estilo, hasta se anima a pensar sobre la estética de la futura tapa. Walter menciona la posibilidad de concertar una entrevista con Pablo Reyero, un conocido documentalista audiovisual. Así paso por paso parece armarse el nuevo número que está por venir, cuando aún falta mucho para mediados de Octubre, cuando la revista de Septiembre no se ha terminado de distribuir. Eso es una revista cultural. La reunión con unas cervezas de por medio, distribuye las tareas “periodísticas” entre los presentes y se extiende por unas dos horas en las que no se produce ninguna discusión importante. Son las 11 de la noche y la mesa empieza a levantarse. Nos dirigimos a la puerta, Hugo es el único que se queda, dice que quiere empezar a escribir algo.
La noche es ventosa y Lomas parece tener poco que contar. Me quedo unos minutos más en la puerta con Walter.
―Y, ¿qué te pareció la reunión?
Le contesto lo que fue: una revelación. La cultura puesta sobre una mesa, un grupo de personas discutiendo sobre Trosky y Stalin, todo eso gratis. Y ahí está la cultura, en esta revista que mal que le pese a Hugo es sin lugar a dudas cultural. Ya pasaron etapas de revistas subterráneas donde todo había que esconderlo. En tiempo actuales hasta existe la Asociación Argentina de Revistas Culturales que las nuclea y vela por sus intereses. En los últimos meses se organizó un Congreso de Revistas Culturales en Resistencia, Chaco, en donde fueron la mayoría de las revistas que circulan actualmente, donde estuvo Sudestada.
Ya casi con los ojos vidriosos Walter me agrega:
― ¿Sabés lo que pasa? Por acá transcurre mi vida. Sudestada es todo lo que quiero para seguir. A pesar de los obstáculos, a pesar de horas y horas con 100 revistas en la espalda, a pesar de eso quiero seguir. Verle la revista enrollada en la mochila a un tipo que viene de laburar es todo lo que necesito. No pido más.
Reflexión sobre la crónica del Daniela Merlano
Reflexión sobre el género crónica
Cuando empezamos a tratar el tema de esto que en periodismo llamamos crónicas o notas de investigación, me encontré con universo que no conocía del todo, contaba con una idea parcial de lo que implicaba una crònica , es decir asociaba a el género a un trabajo más técnico con un fin meramente informativo.
Leyendo “El relato de los hechos” de Ana María Amar Sánchez, comencé a problematizar los preconceptos que tenía acerca de las crónicas, seguramente por mi inexperiencia sobre esta cuestión.
La autora hace una referencia al surgimiento del género de no ficción, informando que surgió en Estados Unidos hacia el año 1960 , como respuesta a una crisis que estaba atravesando el “viejo periodismo”, que por esos años estaba desgastado y se lo consideraba convencional. Surge el “nuevo periodismo”, con la intención que pueda ser leído como una novela, empleando técnicas propias de la narrativa .En definitiva, apuntar a un periodismo literario. El surgimiento de este género suscitó las voces de los críticos que veían este nuevo género como una amenaza para el tradicionalismo literario y periodístico, señalando el conflicto que implicaba sostener un equilibrio entre ambos.
El problema central que planteaba la no ficción en ese momento, era el contacto con la realidad y con la verdad de los hechos. El vínculo que comenzó a establecerse de la no- ficción con los medios posicionaba al género en un lugar sospechoso.
Para abordar el tema la autora va a profundizar sobre el género no ficción presentándolo como un campo problemático, del cual se desprende cierta tensión “los relatos de no ficción, testimoniales, no son simplemente transcripciones de hechos más o menos significativos, por el contrario plantean una cantidad de problemas teóricos debido a la peculiar relación que establecen entre lo real y la ficción, entre lo testimonial y su construcción narrativa”
Amar Sánchez destaca varias cuestiones acerca del género: tiene como premisa un material que debe ser respetado, registros como grabaciones, documentos y testimonios comprobables que no pueden ser modificados por exigencias del relato. El contenido es el resultado de una producción que cuenta con una mezcla de material más narración, los textos tienen una lógica interna que construye la subjetividad de otra realidad percibida por el cronista que pone en juego la credibilidad del contenido.
En el prefacio de Música para Camaleones Truman Capote, precursor del genero de no ficción, da testimonio de las repercusiones que tuvieron sus primeros trabajos en este campo, al cual el lo consideraba virgen por esos años. “Yo quería escribir una novela periodística, algo que en mayor escala que tuviera la verosimilitud de los hechos reales, la calidad de inmediato de una película cinematográfica, la profundidad y la libertad de una prosa y la precisión de la poesía. Finalmente inspirado en caso de asesinato en Kansas, publicó su resultado y debió en enfrentar varias críticas en aquella época que rechazaban la idea de novela verídica y en algunos sectores la calificaban como un “fracaso de la imaginación”.
Como relata en el prefacio Capote debió enfrentar una larga crisis en su labor como escritor, en la que planteaba el hecho de que a pesar de hacer obras con buenos resultados aún no había podido optimizar todos los recursos que poseía del arte de escribir, todo lo que había aprendido del arte de la literatura, de libretos de obras teatrales, de reportajes poesías y novelas. Otra cosa que se planteo, es por que nunca estaba presente en las historias que relataba, expresando que el periodista tiene que entrar en la obra como personaje, como observador testigo, si es que quiere mantener a la historia dentro del plano de lo verosímil. Me pareció un buen consejo para aplicar a mi crónica y en busca de conceptos para armar la escritura y aclarar los objetivos de mi trabajo tome las reflexiones de Ulibarri en Una Arquitectura viva “Un periodista es un investigador, un indagador, un coleccionista de datos y significados, un relator de experiencias y es también un escritor.”
En cuanto a mi experiencia personal, lo viví como una aventura desde que entré al lugar en primera instancia para realizar la entrevista inicial. Luego las cosas se tronaron más complejas, había que juntar diferentes testimonios para exponer diversas voces para que el trabajo tome forma. Una vez que junte los testimonios y diferentes fuentes de información, la satisfacción fue muy grande pero enseguida el miedo de no saber bien que hacer con todo eso se apoderó de mí, hasta que un “click” me indicò que llegó el momento crucial: es hora de escribir
Finalmente me queda destacar unas reflexiones muy interesantes publicadas en la recopilación de Maximiliano Tomás del libro “La Argentina Crónica”
Prólogo: Martín Caparrós
“La crónica es una mezcla, en proporciones tornadizas, de mirada y escritura. Mirar es central para el cronista- mirar en el sentido fuerte. Mirar y ver se han confundido, ya pocos saben cuál es cuál. Pero entre ver y mirar hay una diferencia radical”.
Me parece una definición sencilla pero de gran sabiduría. Creo que Martín Caparrós aportó una mirada aguda y crítica para puntualizar como esta posicionado el género en nuestra actualidad.
También hace hincapié en el trabajo minucioso y la mirada extrema que no le debe faltar al cronista. Señala que “ver” es diferente a “mirar”.Esta reflexión abre un abanico de problemáticas que se desprenden de los trabajos periodísticos que circulan por los multimediass.
Para concluir me queda agregar y adherir a la causa de que en la mayoría de nuestros medios gráficos como también en los más actuales medios digitales, lamentablemente, la crónica se ha convertido en un género en extinción.
Cita de Gonzalo Sánchez (Crónica: Los dueños del fin del mundo)
“La academia dirá que la crónica es una variante del periodismo llano y que se propone contar un hecho noticioso – un fenómeno, un suceso, un personaje- valiéndose de elementos de la narrativa. Pero mejor así: es prosa nerviosa, urgente y severa, afectada por la potencia de la realidad y escrita desde adentro: como vivida. Yo, cronista, estoy en medio de la crónica, la camino. Entro en la historia, la padezco, me enojo, sudo, salgo, vuelvo a entrar y la expulso como me viene. Alguien dijo que era literatura bajo presión; yo digo que es periodismo sin cáscaras”.
Es la definición de crónica que más me gusta. Me parece una pequeña tesis del género que engloba un sentimiento muy fuerte y vocacional con respecto a la labor periodística del cronista. Quizás, en lo personal, todavía no logro despojarme de lo que Gonzalo Sánchez parece mirar desde arriba, esa “literatura bajo presión”, pero creo que más allá de nuestras subjetivas aptitudes, la crónica lleva un proceso de construcción, dedicación y aprendizaje que puede ir perfeccionándose con la experiencia.
Cita de Cristian Alarcón (Crónica: Un día en la vida de pepita la Pistolera)
“La Crónica es una versión insospechada de lo real “
Esta breve definición de crónica invita a pensar varias cuestiones que tienen que ver con la mirada, con la reconstrucción de los hechos, con lo sorprendente que puede llegar a ser sumergirse en un mundo desconocido y descubrir un abismo de vivencias, sucesos, hechos, personajes y circunstancias que uno jamás hubiera imaginado.
viernes, 7 de noviembre de 2008
Crónica cultural de Juan Pablo Urcola
Crónica 1
Tres filósofos en el zoológico
Mi casa estaba llena de gente. Vecinos, tíos, primos, amigos, la habían invadido. Raquel Santander cumplía 52 años y no estaba sola, la acompañaban todo este enjambre de personas que no paraban de hablar un solo segundo. Cuando nadie se lo esperaba y utilizando mis métodos de escapismo desaparecí de la fiesta y tomé un bondi rumbo a Palermo. Pero claro, no era mi mejor día de suerte, el destino quería que estuviera acompañado y que un modo u otro sociabilizara con las muchedumbres. El bondi estaba hasta la coronilla, no cabía ni un alfiler. Entre apretujones, codazos, pataditas piadosas y sonrisitas falsas de :─ ¡Ay disculpe!─ pude llegar al zoológico. Cuando bajé todo se transformó, el cielo gris y tenebroso cambió por completo y se tornó celeste intenso con algunas pinceladas de nubes blancas, el aire contaminado por las más de 40 personas que llevaba el colectivo y que además esta herméticamente sellado pasó a ser puro, limpio y con olor a garrapiñadas de una tarde de domingo en Palermo. No sé si es el barrio, el botánico o qué pero cada vez que voy siento el mismo aroma.
Caminando por Sarmiento, encontré el Teatro que lleva ese nombre, el del prócer de las aulas, ya que estaba miré la cartelera y entre las muchas obras que se presentaban me llamo la atención una cuyo título se componía de una de las más célebres profesiones desarrollada por los griegos y una moda un tanto peculiar masculina. La obra se titulaba : “Tres filósofos con bigotes”. Entré para comprar las entradas pero la recepción estaba vacía. Como muchacho de pueblo chico, llamé con un silbido y golpeando las manos para que se dignaran a atenderme, y taconeando rapidito apareció María Elena.
* * *
María Elena es una mujer de mediana estatura, tez trigueña y con canas blancas que deja ver entre sus cabellos teñidos de rubio. Porta unos grandes anteojos de vampireza, constituidos con cristales de vidrio de botella y un gran marco dorado terminando en puntas que señalan vaya uno a saber que cosa.
─ Buenas tardes, no te vi entrar ─ me dijo asombrada.
─ No. Está bien. No hay problemas.
─ Soy Maria Elena, ¿qué necesitas?
─ En realidad vine a comprar entradas para la función del viernes, creo que es la de “Los tres filósofos con bigotes”. ─ contesté.
─ Ah, sí son maravillosos los muchachos, te digo la verdad, de todas es la que más me gusta y no es porque uno de los actores es amigo mío, no. ¿Cuántas entradas?
─ Cinco.
─ ¿Cinco? ─ se volvió a sorprender.
─ Sí cinco, una es para mí y las otros para unos compañeros que me las encargaron.
─ Grandioso, buenísimo. Son $ 150. ─ mientras me contaba que después de la función habría “unos copetines”, se acomodaba esos anteojos a abeja reina que por su gran peso se les caían a cada rato.
Luego de despedirme amablemente, y de observar un poco el lugar, volví a mi casa. El gentío todavía estaba firme como rulo de estatua, ninguno se había ido. ─ ¿La gente no tiene nada que hacer los domingos? ¡Cuándo llegaría el viernes!
* * *
Pasado el lapso de cinco días, llegó por fin el viernes. Un viernes más, lleno de cosas por hacer. No se por qué pero se me junta todo para el viernes. Leer textos, ir a la universidad, limpiar mi casa, lavar la ropa, regar las plantas, ir a jugar al fulbol con los muchachos, revisar los mails y además ¿ir al teatro? Pero bueno, si hacía mucho que no pisaba uno, ir una vez cada dos por tres está bien, por lo menos uno sale de la monotonía de hacer siempre lo mismo.
Era un día primaveral, pero con un poco de viento de más para mi gusto, llegué a la universidad y les conté a todos los que me preguntaban por qué estaba así vestido que se debía a que por la noche tenía entradas para una función de teatro.
─ ¿De teatro? ─ me decían todos.
─ Sí, de teatro ─ les contestaba, como si fuera cosa de otro mundo, che.
A las 19:15 salí de la universidad y tomé el colectivo con destino a Capital Federal. Deseaba llegar temprano para poder ver cual era la movida, haber si era movidita, movidita , movediza o no se movía nada.
Luego de deambular por los pasillos del subte de la línea D y de por fin encontrar el andén correcto, tomé este medio de transporte y llegué a Palermo a las 8:45. A las 8:48 ya estaba en la puerta del Teatro Sarmiento, es que soy de zancos ligeros. Observé que ya había gente esperando, gente de todas las edades, pero no inferior a los 18 años. Parejas, novios, matrimonios, amigos, jóvenes, viejos, viejas, compañeros de facultad, en fin mucha gente que conversaba sin parar vaya uno a saber qué cosas. Yo me acerqué a María Elena, que estaba en la ventanilla de entradas, la saludé, aunque la mosca emperatriz no me recordaba y le pregunté si faltaba mucho para que empezara la función.
─ Menos cinco, da comienzo caballero ─ me dijo.
─ Gracias, “extraña dama” ─ le respondí.
Puntuales, abrieron la sala y la gente y yo entramos. Me senté en una butaca no muy lejos del escenario, pero tampoco muy cerca porque pensé que no iba ser cosa que los actores sean de éstos que hacen participar al público y me hagan hacer cualquier gansada. Los tipos eran tres, claro como el título de la obra lo menciona; estaban tirando flechas al blanco, impactante. La obra ya había empezado, así nomás, antes que todos se ubicaran en sus asientos.
─ El mejor método para tirar una fecha y pegar en el blanco es no pensar ─ proclamaba a viva voz uno de los actores y cerraba los ojos y tiraba una flecha.
─ No ─ replicaba otro ─ lo mejor es usar la razón y dejar que la razón domine la situación.
─ Pero no Eduardo, la razón no te deja pensar, una vez que te dejás invadir por ella te destruye ─ gritaba el tercero.
La primera media hora de la función giró entorno a debatir filosóficamente el mejor método de cómo tirar una flecha y no errar al blanco. Claro, los tres personajes a demás de actores eran filósofos y estaban en su salsa. Una canción interrumpe todo, creo que era la de Leo Dan, la que dice, ….lalalalaaala….. ella estudia filosofía…… lalalara, yaralala, la, … yo en mi casa y ella en el bar, yo en mi casa y ella en el bar… Mientras sonaba el tema, los tres tipos empezaron a dar vueltas alrededor de una mesa, chasqueando los dedos. De pronto todo paró y quedó en silencio. Se sentaron y las luces menguaron. Uno de ellos, Eduardo, empezó a recitar en latín un fragmento de Sócrates, de Platón .
─ ¡Basta! ─ gritó Alfredo.
Eduardo guardó el relato en su bolsillo y los tres nuevamente empezaron a tirar al blanco. El debate seguía siendo el mismo, pero el tema en este caso era si la razón era oscura o luminosa.
─ La razón se oculta, es oscura, no irradia luz, se compone de tinieblas ─ tiraba una flecha y anotaba cuantos puntos había hecho.
─ No Leo, porque si la razón es oscura como vos decís, por qué se fundamente en el iluminismo.
─ Tanto Rodolfo como Leo están equivocados. Sentémonos y debatamos ─ dijo Eduardo.
* * *
Eduardo Osswald, Leonardo Sacco y Alfredo Tzveibel son tres amigos profesores universitarios de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, que tomaron como profesión adjunta la actuación.
─ Es un desafío muy grande ─ me comentaba Leonardo, luego de la función ─ pero cualquier persona que se lo proponga lo puede conseguir. Todos podemos actuar sea cual fuese la profesión a la cual nos dedicamos.
Leonardo es canoso, muy canoso, tiene una barriga prominente y una nariz que llama la atención. Es uno de los tres filósofos con bigotes y uno de los más jóvenes pero con muchas horas de facultad encima. Es el más gracioso de los tres y el que llena de dinamismo la obra, trata de no dejar espacios en blanco y siempre da el pie conductor a todo lo que se dice en la obra, que por cierto el relato teatral es todo improvisado.
─ Como se habrán dado cuenta, la juventud lo ayuda, auque sus pelos no reflejen lo mismo ─ comenta Eduardo durante el copetín.
Eduardo es el más filósofo de todos, su vocación se refleja a todo momento. Flaco, alto y con poco pelo en su cabeza, desarrolla los temas que se hablan durante la obra con una profundidad veraz.
─ Pero el más veterano soy yo, no sé si ya se dieron cuenta ─ comenta Alfredo.
Alfredo es el más viejo de los tres, con sus 76 años, es el más querido de entre sus compañeros. Es alto, muy flaco, un poco encorvado y ya no se cuentan pelos en su cabeza a diferencia de sus colegas actores.
* * *
Un nuevo viejo tema interrumpe la función otra vez, no sé el nombre del tema ni tampoco quien lo canta, pero es muy pegadiza. Dejan el arco y las flechas a un costado y cada uno se sienta en una silla frente al público. Siguen discutiendo el tema de la razón y su vinculación con la oscuridad. De pronto se apagan todas las luces y la sala queda a oscuras, solo se oye a los tres discutiendo y lo hacen como por cinco minutos
─ La razón es oscura, Alfredo.
─ No Eduardo es luz.
─ Que no.
─ Que sí.
─ Que no te digo.
Un solo foco ilumina a los tres, se callan y Leonardo se para , se pone frente al público bien cerca y dice :
─ Mis padres eran muy apasionados, he aquí una carta que mi padre escribe a mi madre en febrero de 1947. ─ Leo, se pone a leer en voz alta entre risas y carcajadas del público por aquellas palabras tan melosas y ardientes de aquella carta. Se sienta.
Se para Eduardo y dice:
─ Mis abuelos eran paraguayos y desde chico en mi casa se escuchaba este tipo de música ─ se oye por los parlantes Pájaro Cantor tocado con arpas. Eduardo agarra a Alfredo y se ponen a bailar. Luego de unos minutos se sientan y es ahora Alfredo quien dice:
─ Cuando estaba en el primer años de facultad milité en un partido revolucionario de izquierda y en mi primer día como delegado un compañero me envió a una misión que tenía que cumplir sin chistar, la misma consistía en llevar tres granadas molotov en colectivo al lugar donde se realizaría una marcha del movimiento. Así que puse las bombas en una bolsa de almacén, me subí al colectivo y fui. En la bolsa llevaba tres granadas molotov, el libro rojo de Mao y el boleto de colectivo.
* * *
Fue entonces cuando me di cuenta que lo que decían en verdad era parte de sus vidas. Los relatos que los tres hombres contaron, alguna vez, sucedieron tal cual ellos los describieron. De repente y sin aviso muchos momento intensos ya marchitos de mi vida reflorecieron en mi mente y me trasportaron a aquella tarde de domingo, saliendo de la iglesia con mis abuelos, a aquella noche de invierno en que nació mi hermana, mi única hermana. Me acordé de las tardes de primavera en Zárate pescando con mi viejo, de la primera vez que me puse el guardapolvo banco para empezar primer grado, de lo enojada que se puso mi tía Margarita cuando le vomité el helado de chocolate en su vestido floreado, de mis novias, de lo feliz que me puse cuando me pagaron mi primer sueldo. Estos y muchos otros recuerdos vinieron a mí. Mi mente pasó a ser el escenario, los recuerdos los argumentos de la obra y los personajes de esos hechos incluido yo, los actores.
Los tres filósofos habían cumplido su cometido, me habían introducido en un biodrama, un género teatral que consiste en contar parte de la vida cotidiana y propia a modo de obra de teatro. Pero esta vez era mi biodrama, el de mi vida.
* * *
Estoy nervioso, ansioso, un poco asustado ─ bueno los estrenos son así ─ estuve todo el día esperando este momento y ya es ese momento. Que sea lo que Dios quiera. Ya tengo que salir.
* * *
Reflexión sobre la crónica de Martín Barni
Reflexión propia del género
Martín Barni
Debo confesar que a lo largo de mi vida he hablado sobre las crónicas sin tener noción de lo que realmente significan. “La crónica, eso que aparece en algunas revistas” ¿Qué leía cuando leía alguna? ¿Estaba en presencia una entrevista o un relato? ¿Me informaba o me entretenía?
He descubierto a lo largo de este período que las cosas no son tan simples como parecen. La crónica es un género raro en su génesis, algo que jamás advertí. No soy un recurrente lector de crónicas ni lo seré. Agradezco y mucho la posibilidad de haber podido indagar y conocer a pleno las bondades que ofrece el género, y descubrir que existe algo entremedio de un informe periodístico y una narración literaria, que se puede informar y entretener a la vez. Personalmente no me atraen las crónicas serias, aquellas mas cercanas a la investigación que a lo ficcional; prefiero aquellas con mas guirnaldas que árbol de navidad. Soy amante de la literatura, es hora de confesarlo.
La crónica es un género que me ha resultado entretenido escribirlo mas que leerlo. Es como ocurre en muchos órdenes de la vida, si el tema que trata la crónica no es de nuestro agrado, nos resultará pesada. Cuando la escribo no siento desagrado alguno porque en el caso de la crónica de investigación, trataba sobre un tema en el cual me encontraba involucrado. En cambio, no me resulta atractivo leer crónicas sobre temas que jamás despertaron ni despertarán en mi interés alguno.
Al ser un acto tan personal, como lector me siento identificado con aquellas crónicas con las cuales comparto la visión del cronista. He notado que aquellas que he leído y me han gustado, es porque el cronista comprendía los hechos de la misma forma en los vería yo si estuviese en su lugar y lo relata por entonces, de la misma forma en que quizás yo podría haberlo hecho. En lo personal, sentí mayor comodidad escribiendo una crónica sobre una salida al teatro que aquella que comprendía una investigación. Creo que realmente no tengo propensión natural para escribir crónicas profundas y serias, me atraen mas aquellas que tratan sobre acontecimientos quizás banales que no profundicen sobre investigaciones penetrantes. Probablemente los resultados de la realización de ambos trabajos no sean disímiles, pero lo que relato esta relacionado mayormente con el proceso de escritura, las sensaciones como escritor.
El hecho de ser cronista ha ampliado mi mirada sobre el mundo. La crónica sobre el biodrama comenzó en el instante en que partí desde la universidad y terminó al momento de llegar a mi hogar. Lo mismo ocurrió con la profundización del tema sobre el cual había tratado mi entrevista realizada algún tiempo atrás. El alrededor me compenetraba, me absorbía; todo era útil, todo servía para contar la historia. Desde las calles, los edificios, los ruidos, los olores, las compañías, los gestos de los entrevistados, los imponderables, todo. Todo era parte de la crónica. Algunas de estas cuestiones pude plasmarlas físicamente en la escritura, otras quedaron implícitas, otras en mi recuerdo.
Agradezco a la crónica haberme aportado una nueva técnica de escritura, una nueva forma de narrar, haberme enseñado que a veces lo concreto puede tomar diversas formas; y que la realidad, puede convivir con “la realidad”.
lunes, 3 de noviembre de 2008
Entregas y clase que viene
Les recuerdo a aquellos que no entregaron una reflexión de mitad de cuatrimestre que deben entregarla (cuanto antes, así no se junta con la de fin de cursada).
También agrego que quienes no incorporaron a los autores propuestos en la reflexión sobre el género deben entregar nota de lector de estos autores en la carpeta final.
Mañana, martes 3 de noviembre, trabajaremos con las reflexiones sobre narración que han desarrollado y las narraciones pendientes.
saludos,
Celia