sábado, 28 de junio de 2008

Crónica de Oscar Lampón

Solano City

Las Fisuras


Desde la mañana y hasta la tarde, se va acumulando humedad sobre las rocas, el rocío se va metiendo entre los poros, los intersticios, las fisuras. Al llegar la noche, con las bajas temperaturas, el agua se congela y al aumentar su volumen rompe la piedra ...

Salida

A las doce del mediodía, de ese soleado sábado de agosto acompañé a mi hija Verónica (25) , a conocer la feria de Solano. Como es costumbre en nuestros paseos el uso de la bici, accedió amablemente a recorrer los diez kilómetros que separan la feria de nuestro domicilio.

Tomamos la avenida Triunvirato hasta Camino General Belgrano, y de allí, siguiendo hacia el oeste, por la Avenida San Martín . Al cruzar la avenida Mosconi, un agua jabonosa circula sobre un asiento de verdín a los lados de la calzada, señal de que el barrio no tiene cloacas. Tratábamos de mantenernos alejados pero , de tanto en tanto, el tráfico nos empujaba hacia el verdín.

Una papelera a la vera del pululante arroyo Las Piedras, con montañas de papel viejo para reciclar, nos da la bienvenida. Algunas casas están mucho más altas que la calle a manera de protección de inundaciones. Atrás de las fábricas, perros sueltos se mezclan con chicos que juegan entre ropa tendida.

Cada tanto, grandes locales de productos alimenticios, talleres de vehículos, o corralones de materiales para la construcción, se van intercalando con clubes de fútbol, iglesias “evangélicas”, agencias de autos, compra de metales y viviendas de diferente formato y color. Por la calle entre camiones de gran porte, grúas y máquinas viales circulan los carritos de los cartoneros. Frente a un depósito de cartón, un hombre está mojando la carga de papel que contiene su camión, para aumentar su peso...y su ganancia. El chorro de la manguera casi nos moja.

Una muchedumbre nos anunciaba la cercanía de la feria. Unas cuadras antes de llegar, atamos las viejas bicicletas en un poste de alumbrado, frente a una remisería.

-¡Ahí no, que molestan!, era la voz de un remisero que estaba dentro de la agencia y no veíamos por causa de un cristal espejado y no tan limpio.

Sin cuestionar nada nos fuimos unos metros mas adelante y las atamos en otro sitio.

-No digas nada, porque sino capaz que las desinflan. Esto es como una pequeña guerra, donde los espacios se defienden a capa y espada- le digo a Verónica.

El grueso de la feria se encuentra sobre la Avenida Donato Álvarez. La Avenida San Martín, es un acceso ágil, que al llegar a las vías del tren Provincial nos permite acercarnos a la parte marginal de la feria, sin tener que recorrer las 20 cuadras de la feria “oficial”.

La Feria “oficial” está dividida en sectores no muy bien definidos: tiene unas diez cuadras de lo que sería la feria con negocios formales (por negocio formal entiéndase a un chango, o trailer donde se exhibe la mercadería, este sector cuenta con el permiso correspondiente y acata las medidas que reglamentan a los feriantes), luego en otras diez continúa la feria, con lo que se conoce como la cola de la feria, (aquí operan licencias vencidas o documentación parcial), en estos puestos ya se notan algunas diferencias como mercadería de menor calidad, o incompleta- talles que faltan, pocos modelos o colores, y el tamaño de los puestos es variable, con un tanto más de desorden. Continuando por “la Donato Álvarez”, hacia el norte, llegamos a la Avenida San Martín, transcurridas unas cuadras nos encontramos en plena feria marginal.

La forma

Aquí ya resulta difícil contar cuántas calles ocupa, además es variable, según la hora, según el día.

Esta parte de la feria (como la marginalidad), se va ramificando a los costados de un arroyo, sobre las estrechas veredas de los puentes, por los recodos de veredas inexistentes, por las calles de tierra intermedias, los puestitos –algunos simplemente una manta en el suelo donde colocan los cacharros-formando sinuosas caravanas, como meandros, pueden adquirir la forma de U, de caracol, o cualquier otra.

Hay segmentos en que el público parece estar jugando a la rayuela entre la mercadería que se ofrece. No hay un puesto de ventas delimitado, ni siquiera un pasillo para el paso del público definido. La feria se va agrandando a medida del éxito de concurrencia de ese sábado o del aumento de las necesidades de los eventuales “feriantes”. Tienen en exhibición a la vista del público y autoridades , el carnet que les permite el uso de las “instalaciones”. El carnet de pobre. El carnet de pobre que atraviesa sus mercancías y sus miradas.

En la feria

Ese día, el público era una interminable cadena humana de tres o cuatro filas de personas que avanzan, se detienen compran, se prueban, consultan .Seguramente ha sido día de cobro, existía buen ánimo entre comerciantes y público.

La estridente cumbia villera se mezcla con llorosos chamamés. El olor a fritura de empanadas, de choripán, de pizza, locro, asado, milanesas, en fin, todo lo que la gastronomía ambulante pueda realizar.

-¿Querés comer algo, Vero?

-No, tomaría un agua mineral.

-Ah, dije irónicamente, tenía casi la certeza de que no tenías hambre.

Los puestos de comida aparecían de golpe a medida que el cordón humano avanzaba, y había que hacer un giro brusco porque “el camino” quedaba interrumpido por un “restauran”-una carpa improvisada con algunas mesas y sillas- donde la gente comía chipá, tortillas del litoral, comida boliviana, empanadas salteñas, asado. Las cajitas de vino, y las botellas de cerveza proliferaban en estos sitios. Por momentos, la caravana de personas avanzaba empujándose una a otra, irrumpiendo la intimidad de los comensales.

-¿Todo bajo en calorías, eh?, le digo a Verónica que es vegetariana.

-¿Dónde lavarán las verduras?, me consulta.

-No preguntes esas cosas. Pero creo que por el agua que serpentea en el camino, algún vecino les alquiló una manguera y habrá alguna piletita improvisada por ahí.

-Pero las moscas...

El diálogo queda interrumpido porque Verónica se estaciona ante un puesto de viejos discos de vinilo. Ya no hay manera de persuadirla a seguir caminando. Aburrido, me quedo mirando los puestos. Colchones usados, herramientas viejas, utensilios usados de cocina y...Ya! repuestos para nuestra vieja procesadora de alimentos Kenwood Cheff.

-¿Cuánto valen?,pregunto señalándolos.

-Te los hago a $15.

-Bueno, pero los tres ¿no?

-Tá, pero dígame ¿de qué son?

El vendedor no conocía lo que vendía. Esta parte de la feria está sospechada de mercadería robada, contrabandeada o adulterada. También hay cosas que son recolectadas en la calle.

Verónica

Verónica me hablaba entusiasmada de los discos de vinilo, y que le iba a comentar a un amigo que coleccionaba música de jazz. Y que el vinilo tenía un sonido que no lo lograban las nuevas tecnologías. Y que había temas en otro lado no se consiguen.

-¿Qué te parece la feria?

-Superó mis expectativas.

-Sí, cada vez hay más pobreza.

-Pero yo no los veo tan pobres.

-¿Cómo que no?

-No visten mal, incluso hay algunos con zapatillas de marca, camperas de marca.

-La pobreza tiene otros disfraces. Hoy la ropa no es un problema tan fuerte como lo era antes, hay lugares de ropa de segunda selección. La gente tira ropa porque comprarla es más accesible. Nueva tecnologías abarataron las prendas, además las falsificaciones.

-Según vos el país se está derrumbando, y no es así. Yo estoy en Turismo y se están construyendo cadenas de hoteles, la hotelería remontó mucho en estos últimos años y da trabajo a mucha gente. Y no es sólo en Villa La Angostura, o Bariloche. También en el norte. En Jujuy, en Mendoza, tengo compañeros que están trabajando muy bien, además yo lo veo, no es porque me lo contaron., ni hablar de Córdoba o de Misiones. Se están construyendo caminos, rutas, complejos turísticos.

Caminamos en silencio. Sus cortas vacaciones y sus pocos días en casa no merecían una discusión.

Utilizamos la expresión Villa Turística para definir zonas de turismo en nuestro país, zonas privilegiadas por la naturaleza y también porque no, desde lo urbanístico: Villa la Angostura, Villa Carlos Paz, Villa Mercedes, Villa María son solo algunas . Utilizamos en nuestro hablar Villa Turística, como generalidad de estos hermosos parajes y a la vez que nos permita diferenciar estas de las otras villas cuya situación es diferente: marginación, pobreza...a estas las llamamos comúnmente, villas miserias.

Pero lo paradójico es que se hace turismo en villas miserias para mostrar lo mal que viven las personas. Las leyes de mercado han planteado que existe esta demanda y se empiezan a hacer tours mostrando las miserias latinoamericanas para satisfacerlas.

Susan Soutang expresa que las únicas personas que tienen derecho a ver imágenes del sufrimiento son las que pueden hacer algo por aliviarlo . Los demás somos mirones , tengamos o no la intención de serlo.

Las “leyes del mercado” parecen decir:-¡revuelvan del dolor, que el dolor vende!, y no os preocupéis del dolor de los demás...¡que la pobreza también es negocio!

La comisaría.

Caminábamos apretujados entre los puestos y la gente cuando de pronto aparece un pasillo de unos tres metros de ancho por treinta metros de largo, libre, como un túnel entre la calzada y la vereda para el paso de automóviles. En el medio de la ilegalidad, una comisaría. Al verla me imaginé que sus ventanas eran los ojos por los que me miraba el Estado y le pregunté:

-¿Es que no ves la miseria de la gente, de los chicos?, “la mano invisible” de tu neoliberalismo, mas que mano es un garfio que está destripando sueños y posibilidades.

Ya había dado unos pasos y siento en mi conciencia una voz que responde:

-¿Y vos que estás haciendo para mejorarlo?

Continuamos hacia el norte. Artículos de pesca nuevos, bicicletas usadas, heladeras y freezer usados, motocicletas usadas, muebles nuevos, muebles de cocina, cocinas usadas, piernas ortopédicas, y accesorios ortopédicos, ferretería con artículos nuevos y usados, Jaulas, peceras, pájaros y peces. Computadoras, DVD. Puestos de fruta, de pescados de río: sábalos, patí, bagres. Un puesto con películas porno y de acción, y a pocos metros otro con películas cristianas y material bíblico.

A veces la curiosidad de la gente produce amontonamientos al quedarse observando a dos o tres personajes con un juego. En una pequeña mesa un joven coloca tres vasitos de aluminio y en uno de ellos colocan una pelotita de goma espuma, mezcla los vasos con destreza y al rato invita a la gente a apostar dónde se halla la pelotita. Paga doble contra sencillo...Uno del público gana con facilidad y al hacer el pago ostentoso incita a los demás a jugar...ya imaginarán quién gana.

No hace tanto, en la época de los desarmaderos, había muchos repuestos de automotores en esta feria.

Marginalidad para marginados.

El sistema económico ha expulsado operarios, oficinistas, empleados de sus puestos de trabajo. Una gran importación a precios irrisorios invadió el mercado, dejando fuera la fabricación nacional. Muchos de los que lograron cobrar alguna indemnización, compraron autos y los explotan como auto de alquiler.

En tanto, la delincuencia ha crecido vertiginosamente. En 2002 fueron robados en la provincia de Buenos Aires cien mil autos, más de los que se produjeron en las deprimidas fábricas del sector. De quince a veinte mil eran costosas camionetas con tracción en las cuatro ruedas, que se revenden con documentación falsa en el Paraguay. Pero el resto, más del 80 por ciento, se concentraba en algunos modelos preferidos de los remiseros de barrios pobres del Gran Buenos Aires: Duna, Peugeot 504 y Fiat Uno. Eso indicaba que al calor de la crisis había crecido un mercado de autopartes, cuyos clientes provienen de la clase media en descenso, que no pueden pagar piezas nuevas. El negocio es de los más rentables. Por el robo de un auto se pagan 200 pesos, pero la venta de las piezas desguazadas rinde 5000.

Las fisuras.

La crisis económica produjo cambios abruptos en el mercado laboral. El trabajo en negro es la fisura por la que muchos logran subsistir.

Se inventan nuevas formas de colocar en el mercado viejas maneras de subsistencia, como el trueque, la venta de artesanías, y productos .

Industrias clandestinas (como textiles y calzado)con dificultades de adaptación a las exigencias de la competitividad emplean a trabajadores de manera informal. Estas empresas, proveen a otros sub-ocupados de mercadería .

El trabajo informal se hace socialmente necesario, en un país donde un 50% está trabajando en negro.

Pero.

Allí donde la necesidad gambetea la moral. Allí donde el hambre o la necesidad de los hijos no preguntan a un padre si trabajó; si puede arreglar su unidad de trabajo, comprar repuestos. Es como que la necesidad justifica. Allí nace la complicidad con lo ilícito. Luego se hace costumbre, y es como que el peso de lo que está mal, de lo corrupto, se desvaneciera. Ya deja de ser algo que está mal. Lograr la subsistencia como sea. Nos familiarizamos. Lo trucho es lo malo. Pero es lo posible de muchos. A veces pienso que son los más. Los ríos de gente que recorren la feria marginal me hace pensar que son muchos. Que son los más los que no pueden acceder a un libro, un CD, a una remera o a unas buenas zapatillas. A un trabajo formal, en blanco. A una educación.

Entonces las fisuras por las que aparecen las posibilidades desembocan en puestos de feria, en vendedores ambulantes, en buscas. La feria se va agrandando, agrandando, agrandando.¿Hasta dónde?

Diario del lector

“Combata el hambre y la pobreza:¡cómase un pobre!” (de un graffiti en Uruguay) .

¿Por qué la feria de Solano, y por qué la parte marginal de la feria?

¿A quién puede interesar un sitio al que es difícil llegar, inseguro estacionar, y donde da temor transitar, recorrer?

Entrevistar en la feria es difícil, requiere tiempo el contactar a sus protagonistas, lograr su confianza.

Algunos tropiezos.

Llevaba una cámara fotográfica que en un apretujón cayó al piso y se velaron las fotos- de la feria y otras-

No es fácil para un aficionado, lograr una buena toma, la corriente de gente no permite conseguir buenos planos. La desconfianza con que me observaban me hizo desistir.

Lo que queda afuera

La extensión de la feria. Si pudiéramos lograr una toma aérea. No puedo trasmitir con palabras el tamaño, la longitud que ocupa, ni la cantidad de personas que puede haber.

Describir el zanjón. Lleno de bolsitas, residuos plásticos, animales muertos. Unos chicos jugando en él, con la suciedad, la contaminación. ¿A todo nos acostumbramos?

Detalles. Al costado de un “restauran”, un cartel que decía : Baño $0,50

Para probar una máquina herramienta que se ofrecía en un puesto se cobraba un peso. Un extenso cable que provenía de una vivienda le daba energía hecho una vez el pago.

Otros detalles quedaron afuera de la nota. Vestimenta, bolsones, medios de transporte, los diálogos. Material de información de diarios, y páginas de Internet.

También me encontré en un callejón sin salida al tocar el tema de lo lícito e ilícito. Las justificaciones , el temor de que pueda interpretarse al describir una situación difícil, un síntoma de moralina, de juicio, en la nota.

Caminar por la feria es agotador, recorrer las bifurcaciones a paso lento demanda muchas horas.

Lo que me impulsó hacer la nota, elegir el tema.

Me duele el dolor de los demás. La aparición de una nueva palabra: animalización (fue utilizada por los medios para describir a la gente que vivía de la basura, literalmente, claro).

La prostitución infantil. La desnutrición . Una ciudad, un país cada vez más trucho. Son cosa horribles que nos pasan, y que, me parece, no es bueno esconderlas ni ignorarlas.

Pero también observar como la gente busca soluciones, tal vez no las mejores, pero es lo que hacen. Los que luchan desde la nada. Los que intentan. Por ellos entonces...